Cómo no amanecer arropada en sudor cuando te aferras a mis sueños?!
Es sencillo hacerme sonreír, pero no has descubierto que aún más fácil es hacerme romper en llantos.
Cómo no empañar mis pupilas, si cuando brota de mí algún recuerdo me hace vibrar la nariz?!
Tienes en claro que has abierto la puerta principal de mi alma, y has soldado delicadamente una trabilla que impide a alguien entrar. Me has encarcelado dentro de este cuerpo que hasta ayer creí frágil.
Me has hecho creer que mis sentidos renacerían con tus caricias. Pero has estado ausente, y me he cansado de esperar, y de verme lamentar.
De seguro no sabes lo duro que es despertar cada mañana y girar lentamente sobre el colchón escaso de caricias, de tus caricias que se tornó un maldito hábito en tu estadía de apego.
Es embarazoso recordar que fui solo una diminuta parte de tu sensibilidad que se extinguió en breve.
Aún así me queda el tibio aliento de una última respiración sobre mi boca. (Y río al recordarlo)