Me has dejado con las ganas
No he podido verte, y desahogar en tu cuerpo estas ganas de ti
Enferma como soy a tus besos,
Exige mi piel tu roce, tus caricias
Mientras mi sexo voraz, deseoso y jadeante se inflama
Esperando llenarse de tu deliciosa savia.
Mi saliva se seca, queriendo mi boca saborearte sudoroso,
Y mis pechos henchidos anhelan frotarse contra tu torso
En ese movimiento que juntos convertimos en una danza.
Nuestra fiesta privada de olores, sabores y fricciones
Alimenta diez mil veces más mi alma que la oración que nunca alzo al cielo.
Y suspiro, y me enciendo en pasiones al recordar tu rostro nutriéndose enterrado en mi sexo.
Y suspiro, y me incendio al recordar mis labios y mi lengua lamiendo, succionando,
Lactándose de tu esencia.
Mis manos acarician todo mi cuerpo, imaginando tu presencia,
Luego mis dedos bajan, en busca de mi pubis,
Y se encuentran con esa abertura diseñada para ti.
Sólo tú has podido convertir el sexo en poesía,
Sólo tú has podido regalarme el don del orgasmo que grito para ti,
Cuando tu falo se alza, y se empotra en mi cuerpo,
Cuando me bañas con tu dulce néctar,
Cuando te haces bestia y te haces hombre
Demonio y ángel,
Con tus facciones de niño y tus amables violencias de macho cabrío,
Hasta desprendes mis huesos de sus articulaciones con tus arrebatos
Y dejas mis piernas, de tan abiertas, adoloridas,
Pero con esa increíble sensación de habértelo entregado todo.
Eres mi debilidad y mi vicio. Sólo a tus ultrajes me he hecho adicta.
Soy mundana y carnal, terrena, sacrílega y blasfema,
Pero cuando profanas mi cuerpo humano,
Mi espíritu se eleva,
Me santificas al bautizarme con la espesura de tus licores,
Y aunque me quemo cual pecador en el más profundo de los círculos del infierno, con tu sola presencia
Ardo de la más fuerte, enaltecida, fervorosa y vehemente lujuria,
La que produce el más magnánimo y poderoso sentimiento,
Pues soy tu más grande seguidora, idólatra y amante,
Y tú eres mi único dueño, amo y señor.
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