Pretendía sanar aquella alma fría y solitaria durante las largas noches de mi pensar entre sabanas. Sin embargo, no todo salió como esperaba, la música y el sentir de mis recuerdos, fueron la mejor poción para matarla. Noté un enorme frío en mi interior, una ráfaga helada. Fue entonces cuando me di cuenta...

Definitivamente, mi alma estaba acabada. Murió, de frío, murió por el sin sentir humano, murió de pena, de decepción, de intolerancia... murió porque el mundo había entrado en una crisis sin tregua, el amor, fue aniquilado.
¿Cómo iba yo a explicarle a aquella débil alma que el mundo no era como en los cuentos de hada? Y que los finales son amargos. Que lo único bello que queda del mundo es el cielo estrellado...