Los rayos de sol dan de lleno en los ojos de Germán. Presuroso se levanta y se viste, sin hacer ruido, ya que el resto de la familia aún descansa.
Está dispuesto a disfrutar de un día de aventura, gozar de los últimos de sus vacaciones, y se va.
Sin probar bocado, tan sólo manotea un paquete de galletitas, ya comerá algo por el camino, aunque el lugar no está lejos de su casa.
Llega, mira todo con cuidado y tomando las precauciones necesarias bote y él al agua. La brisa ayuda a que el viaje sea tranquilo, lo aparta de la orilla y cerrando los ojos, sueña.
El rumor del viento y el movimiento de las olas, lo vuelven a la realidad, se ha alejado bastante y para colmo empieza a llover. Sin embargo no se da por vencido y decide enfrentar el momento.
Entre el ruido del viento y el vaivén de las olas se oye un ¡¡Germán!! ¡¡Germán!!...debe ser una hechicera porque la tormenta va cesando.
Germán…deja ya de tanto chapalear y resoplar en la piscina, dice la mamá, que vamos al cumpleaños de tu prima.
Y Germán resignado sale del agua sabiendo que algún día será capitán de su propio navío.



Noche estrellada
Mar, arena y corales.
Un delfín nada.



Per te caro amico