Te condeno a mi presencia, porque sin ti no existo.
te limito a la seriedad de un retrato, porque no te tengo.
Te castigo con mi romanticismo crónico, para que te vayas cuando puedas.
Descubrí que toda tú eres sin mí, lo que el agua sin pecera;
insistes viviendote así, aunque ni tu misma lo creas.

almorzaremos juntos, viviremos a la par, tu viajaras conmigo
aunque no estes conmigo jamás.
No me falta tu cuerpo,
ni tu risa,
ni tu vientre.
Mi cabeza te ha usado de pretexto para mantenerme vivo
con la esperanza de verte rendida y esperando.
Mañana que me saludes, descubriré que aunque nos rocemos,
siempre habrá un infinito de distancia.
Esta extraña luz que viene cuando te vas, es la certeza de la soledad de tu mundo;
de la ineficacia de él, de sus niñerias adultas, que son las peores.
Te miro llena de hastío y náufragos, de peces muertos, de clausura abisal
que no importa la playa donde vayas
siempre encontraras moluscos cargados de abrojos sentimentales.

Mira nada más hasta donde hemos llegado, yo odio quererte
y tu... sigues siendo la misma niña tonta que juega a las escondidas
en el espacio sideral; con la estúpida idea de ser encontrada
por un simple minero.
A noche te descubrí sin mí y ya siento que me muero,
lo peor que podía pasar es que te olvidaras de olvidarme
y te enamoraras.

Recuerda lo que te digo: El poéta es el lobo, el cordero y la poesía.