Me llamó la atención
esa chica de rubia melena,
estaba en su balcón
muy quitada de la pena.
Me acerqué y la saludé
y no me tomó en cuenta,
sus ojos azules miré,
y no volteó la chicuela.
Me retiré confundido
recordando aquel incidente,
yo quería ser amigo,
de aquella mujer diferente.
Al pasar por una plaza
alguien parece que grita,
No sale de su casa,
pues ella está muy loquita.
Parece que se refiere a la mujer,
a la de ojos azules y buen ver,
a la que con la mirada mata,
a la chica que suspiros arrebata.
Me empezó a contar la historia,
de aquella mujer llamada Daniela,
la que vivió en un mundo de gloria,
antes de que a Juan Conociera.
Estaba profundamente enamorada,
por amor se entregó a él,
pero le hizo una canallada,
de la manera más cobarde y cruel.
Cierto día la invitó a salir,
la llevó a un lugar distante,
ella se sentía muy feliz,
pues estaría con su amante.
Todo iba muy bien,
miles de besos y caricias,
pero el joven aquel,
parecía tener mucha prisa.
Le invitó una copa,
la chica la aceptó,
sin saber puso en su boca,
lo que la enloqueció.
Droga la copa contenía,
una dosis bastante cargada,
y mientras ella el sentido perdía,
ya el hombre preparaba la canallada.
Unos chicos se acercaron,
a Juan le dieron mucho dinero,
los cinco jóvenes la violaron,
la dejaron por muerta en un basurero.
Juan se perdió en la nada,
Daniela no sabe quien es,
por eso tiene mirada extraviada,
y no tiene momentos de lucidez.
Vaya cruel realidad la de Daniela,
y todo por un hombre malvado,
que por amor su razón perdiera,
y todos hoy la han abandonado.
Quisiera que no fuera cierto,
lo que hoy te he contado,
pero te diré que no miento,
todo esto ha pasado.
A Daniela intenté ayudar,
un Domingo la fui a buscar,
y esto me pudieron contar,
ya no la busqué más,
Daniela descansa en el más allá.
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