caminaban por la selva, el tucán con un pedazo de queso y el zorro con un mango
- que yo sepa los tucanes no comen queso sino frutas, ese queso ha de ser mío -, dijo el zorro para sus adentros
metros antes de cruzarse, el tucán voló y se hizo a salvo en la rama de un árbol, diciendo para sí ; - de ese zorro, yo no me fío –
sin emplear la estrategia que narraba esopo, sobre su pariente y el cuervo hace mil años, porque quizás el tucán la conociera, preguntó esta vez el zorro : - ¿ amigo tucán, me podría guiar usted sobre el lugar donde quedan las oficinas del reinado ?, voy a visitar a la hormiga, mi entrañable amiga petronia, la reina de la selva –
el tucán se retiró el queso de la boca y contestó al zorro :
- ¡ no sea iluso ! y ahórrese diatribas,
si quiere el queso, se lo cambio por el mango que lleva usted,
- de acuerdo, lance usted primero el queso y le entregaré el mango -, dijo la zorra
- ¡ cómo se le ocurre semejante disparate !, haría añicos el queso lanzándolo desde esta altura,
le propongo mas bien, retírese el cinturón, yo amarro el queso ahí y se lo hago llegar, luego usted, de igual forma, me ata el mango a éste, lo subo para mí, finalmente le devuelvo su hermoso cinturón y asunto terminado –, le contestó el tucán
el zorro se retiró el lazo que llevaba por cinturón y cuando el tucán hubo tomado el mango, se le cayeron los calzones al zorro, quedando en calzoncillos blancos con corazoncitos rojos
la jirafa y la gallina que observaban la escena se ruborizaron
la lora en vuelo desde el aire gritaba a toda la selva : - ¡ policía, policía, tomen preso a este zorro exhibicionista ! –
- me hace el favor, ¡ se me va inmediatamente para la casa !, usted es un señor serio y no es ningún payaso, tampoco artista -, dijo la señora zorra, dando golpes con su paraguas en la cabeza a su marido
desde esa vez los zorros, no tienen trato ni palabra, con cuervo, menos con tucán alguno y las aves cuando ven un zorro, no silban, sino ríen
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