Era un buen momento para estar triste. Enfrente de la computadora se hallaba un muchacho con esperanzas descontroladas y sueños de alegría. La Vida no lo había tratado lo que dice bien, sin embargo el seguía adelante con un sueño. A lo largo de su existencia se le habían revelado cientos de verdades y la mayoría no le agradaban. A sus cuarenta y tres años de edad había visto perecer a tres mil ochocientas veinticinco personas; la mayoría eran víctimas que la eterna guerra cobraba a su paso. Se había enamorado cinco veces y en cuatro de ellas había resultado rechazado, herido o traicionado. Sus mejores amigos se convertían en traidores o morían a manos del Enemigo. A veces, en las noches, sentía que el llanto era tan pesado y abrumador que sólo deseaba soltarlo.

Era también en esos momentos cuando se detenía a pensar en Ella, su mente se aclaraba y el llanto se estampaba contra una muralla de fortaleza que ningún otro ser era capaz de anteponer a su propia desdicha. Era en la soledad del pequeño apartamento que habitaba cuando niño, dónde se consolaba esgrimiendo su espada y fortaleciendo su cuerpo para los días futuros; días difíciles.

Las noches perdían su significado; la búsqueda era inútil si no producía resultados. La desesperación se apoderaba lentamente de su corazón... entonces sólo quería volver a su castillo. Pero una sombra oscureció su melancolía, aún había un lugar sin registrar, un liviano rayo de esperanza descendió sobre él.

Así fue cómo el se sentó enfrente de la computadora. Accesó a su cuenta de correo, eliminó el correo basura y, con la ilusión de un niño en vísperas de Navidad, observó un correo con la dirección que el buscaba. Al leer el correo su plateado corazón fue recorrido por una cálida sensación, una inesperada alegría y una analgésica esperanza inundaron su ser y las lágrimas comenzaron a brotar de sus verdes ojos, lágrimas dulces y de júbilo.

Nightwish se convirtió en la banda sonora de ese momento, los eufóricos gritos de Isaac no lograban ahogar la melodía de Amaranth, Ghost Love Score o Nemo. Su risa se volvió la protagonista de las Ruinas mientra la medianoche se cernía sobre la habitación del Joven Verde.

Aún piensa en mí, y si aún piensa en mí es... que no todo está perdido...