Ya sabes que no puedo pensar cuando esto me ocurre. Si estoy andando, me quedo de pie, inmóvil y con la mirada perdida, entonces es cuando mis sentidos experimentan una sensibilidad nunca vivida antes por nadie que me lo haya contado. A partir de ahí, mis miedos que ya conoces se acentúan y mi corazón comienza a repicar brutalmente por las desmesuradas señales que mi cerebro emite. Las voces son miles, cientos de miles de muchas cuadras a la redonda y nada puede evitar que no memorice cada súplica, llanto y golpe. Después siento un gran mareo y fuertes ganas de gritar entonces me despierto sintiendo una lágrima rodar y sigo caminando.