¿Qué puedo yo hacer, mujer, para no amarte?
¿Como arrancar tu imagen de mi mente?
¿Cómo ordenarle al corazón que no palpite
si con solo decir tu nombre se me exita?

¿Es que no te das cuenta amada niña
que te encuentras presente en todo aquello
que hace mi amargada vida mas vivible?

El recuerdo de tu persona es como una melodía
Eres el coro de Nabuco, de Gounod el Ave María
las Campanas moscovitas o la Lágrima Furtiva.

Eres el tenue aroma de la rosa o margarita
Olor de tierra llovida, del incienso y de la mirra,
el sonido del tejado en la noche cuando llueve
o la risa del infante al hacerle cosquillitas.

Tienes la sutileza de una estrofa de Darío,
la lágrima en los ojos de la Virgen Macarena
Sabes al dorado néctar robado a las abejas
y en ocasiones hasta la oscura miel de caña.

Pronunciar tu nombre es caricia en mi lengua
cual palabras tales como colibrí o gacela,
quizás madreselva, golondrina o esperanza.

Eres como la seda que entre dedos se desliza
o los rizos del bebé que acarician la mejilla,
eres luz de luna y titilar de estrellas
o de la estrella fugaz la súbita alegría.

Renunciar a este conjunto, mejor morir sería
pero dejar de vivir sería renunciar a tu persona
de mi existencia es imposible eliminarte
¿Qué puedo yo hacer, mujer, para no amarte?