Cuando lo veía se le anulaban todos los sentidos, contenía las palabras aunque quería tirárselas, sé ahogaba, lento respiraba.
Al momento de abrir la boca, el otro se preparaba en lo que hablaría para responder.
Cruzaban las miradas, querían perderlas en cualquier momento.
Pareciera que no estuvieran de acuerdo de sentir o tener los mismos pensamientos, la sensación de temblor que hacían sus miradas, los repudiaba a ambos.
Parecía que poseían algún tipo de sufrimiento, no se toleraban.

El espacio que ocupaban se hacia pequeño e intransitable para los demás.
La gente que entraba y salía se sorprendía como se entendían con solo arrojarse palabras ofensivas, una frase lo deducía el otro, así recíprocamente.
Tienen en común muchas formas de atacar y experiencias muy parecidas.
Cuando alguien se atrevía a hacer algún comentario que incumba “inclinación” entre ellos, se sonrojaban con temor de ser vistos.
Nunca se tocaban, ni un rose “casi” intencional.
Siempre atentos a los pasos del otro, si uno viene de frente el otro toma cualquier ruta para no topárselo.
El apoyaba los brazos en la mesa observando algún objeto que diera al lado de ella.
Ella miraba de reojo lo que el otro hacia con intención.
No se atrevían
Las palabras dañaban.
Incalculables miradas.

No sabría como llamarlo…
Pero pedí que fuera solamente cobardía…





Isa: La cobardía es por lo inesperado.