Es un día cualquiera,
soy un torbellino de soledad sin rumbo,
un incesante estado de libertad
al que a ratos temo,
una barca sin puerto
que de pronto vuelco.

Mi ser agónico
tras la tragedia y las mil tragedias
ya vividas
está inconsciente,
no reacciono
me destemplo
me hago vulnerable
quizás, me desarmo
no reconozco mi fortaleza
hago trizas en mí
al nido adverso.

El albergue de los años
inconstantes
exige salir a distraer las penas,
basta ya! me dice el alma
basta ya! me dice el cielo
que a ratos palpo
en un incesante grito
de mi miedo.

Hace rato traía la fuerza
perezosa,
un día cualquiera no tuve ganas
de volar,
no tuve deseos de cantar
perseguía ausente las ganas de vivir;
un día cualquiera
estoy aquí
como una niña perdida
en el bosque,
volviendo al comienzo,
al mismo comienzo
de mi eterno duelo.

Y el alma sola te presiente
crítico de mis versos,
al inentendible agujero
de la vida
en que me pierdo...

Y al incesante fuego
en que sin más ni menos
siempre me reinvento...