COSAS DE LOCOS
Ella canta sola, baila y ríe. También, escribe poemas y no se preocupa por ser rica, quiere casarse con el príncipe azul. Se contenta con el aroma a primavera cuando ésta abre los pistilos en las flores, hace nacer nuevos brotes en los árboles más antiguos y los polluelos comienzan a abatir sus cortas alas emplumadas. Se baña desnuda en el río más cercano y expone su cuerpo fresco y ágil a los rayos del sol. De noche se hunde en la bruma marina, se sienta a esperar la aurora o cuando despide el resplandor de la tarde.
Hubo cambio de pronóstico dos veces. Entró al hospital y luego de una exploración psiquiátrica, el diagnóstico resultó ‘recuperable a largo plazo’. El comentario risible de los vecinos de que está loca, procesión en contramano, fue reemplazado por el eufemismo empleado por el terapeuta. Allí, sintió que la separaban como un huevo en mal estado, una manzana no comestible. Los gusanos de una se saltan a la otra. Anotaron en el manicomio: de sexo femenino, en edad madura, con miras de conducta rebelde y antisocial. En definitiva, podría llegar a ser peligrosa para el resto de los internados. Sólo le interesa mirar por la ventana a primeras horas del día, aún cuando los pacientes y el personal clínico en general, están descansando. Hace vida al revés.
A Mariana le causaba risa el contenido de los diagnósticos, para ella ‘meras profecías’. Había escuchado: ‘La salud como principal patrimonio debe mantenerse en inmunidad, no debemos correr riesgos’. ¿Quién las determina en este mundo artificial y sin sentido? Para Mariana el mundo no lo tenía, ese era su pronóstico. Las personas desconciertan, los familiares aburren y los novios traicionan. No sabía nada de política ni de negocios, pero no era una boba. Le gustaban las plantas, los viajes, los niños y los libros.
‘Para reconocer que el mundo está loco no se debe ser loco’. Eso pensaba y repensaba. Repetía lo sabido una y otra vez en voz alta. ‘No, señor, ella no era loca, los locos eran los demás’. Podría probarlo, cargaría sobre sus hombros la idea de cambiar al mundo. Era un desafío. Todo debería ponerse en orden, era una emergencia, los desórdenes y patologías deben de ser tratados de inmediato. Hay desborde de parados, falta de trabajo, trastornos post traumáticos, catástrofes nucleares, delincuencia, fracasos maritales, asesinatos, deserción escolar, hambre y guerras. ‘No, ella no estaba loca’...
Desde ahora Mariana salvará al mundo, no está perturbada, todo está puesto patas arriba. El cosmos camina con las manos y piensa con los pies. Hay más crónicos fuera que dentro.
El deterioro es visible, se puede documentar en palabras e imágenes. Mientras ella habla, sonríe, baila sola y no se preocupa por ser rica, quiere casarse con el príncipe azul.
Sólo se debe tomar un diario a la mañana o encender el televisor por la tarde para comprobar que Mariana ha sido calificada como paciente ‘recuperable a cortísimo plazo’. Quizá en el mes se le dé el alta. Lo que ocurre con ella es que paradójicamente, el exceso de sensibilidad le produce un raro efecto emocional cuando otros individuos permanecen indiferentes. Así fue archivado el nuevo pronóstico. No apta para éste mundo de locos.
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