Soñé con una asamblea en la fabrica Putilov
en la antigua Petrógrado del año 1917.
una multitud de ropas raídas y rostros duros
como el granito y fatigados
como la muerte
se apretujaba quejumbrosa y desafiante.
tabaco, sudor y suciedad.
bellas sonrisas de niño
cuando estallaba la alegría.
violencia de un río sin dique
que arrasaba al zarismo
y se planteaba que hacer
para seguir adelante con la revolución.
-el paz el pan y la tierra, solo la lograremos
con la victoria sobre el Káiser.
agitaba un orador menchevique
de bigotes tupidos y amarillentos
de tabaco.
la multitud rabiosa, quería más.
un enérgico obrero anarquista,
encendido y elocuente,
propuso continuar desarrollando el caos
hasta que la sociedad entera se derrumbara.
los pequeños ojitos del orador
tenían un brillo a Dostoievsky
y sus palabras eran la miel
de un panal de abejas.
-no hay tiempo, ahora es cuando,
dijo un orador bolchevique
que no llamaba la atención por nada,
excepto sus palabras.
ni floridas, ni grandilocuentes,
claras.
si queremos la paz, la tierra, el pan,
si queremos también el derecho a la poesía
- aunque tejidos de la misma tela de la vida
los sueños, sueños son-
todo el poder debe pasar a manos del soviet.
hay que tomar el poder para evitar la contrarrevolución,
hay que darle a la tarea destructiva del caos
la orientación revolucionaria de la insurrección.
-camaradas, obreros, campesinos, soldados,
asaltemos el cielo,
la victoria esta en nuestras manos.
la multitud estallo,
yo estalle,
la madrugada se hizo añicos
contra el ardiente soplo del viento pasado.
el viejo topo de la historia
hurgando en el inconsciente freudiano.
me vi ahí,
entre furtivas sombras de los amores pasados
y los viejos camaradas.
desperté.
el sauce verde
que se sacude frente a mi ventana es testigo.
la ciudad seguía igual,
el vertiginoso ritmo del comercio y de la industria.
pensé en la fabrica de la política,
en aquello que dijo Marx,
de que el pensamiento profundo transforma la realidad,
pensé en la poesía y la política.
no lo puedo evitar,
no puedo ser solo un poeta
que toma partido.
soy trotskysta,
un militante
del partido de la subversión
y la poesía. |