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estaba delante de mi padre. me dio un beso en la mejilla. nunca le había visto de frente, tan solo por las fotos de mi madre que yacía echada en su cajón, a punto de ser cerrado para siempre. su mirada era especial, como la de una parte de mi vida, lejana, más allá de mis sueños... todos pasaron delante de mi madre muerta y cuando me llegó el turno, no quise... ¿qué te pasa?, dijeron mis pariente. mamá no está allí, está a mi lado, a mi lado, respondí. miré a mi madre con los ojos cerrados y ella sonreía, llenándose de lágrimas... no llores, le dije... ella desapareció, yo abrí los ojos y vi a todos mis parientes alrededor de mí... ¿qué te pasa?. yo estaba tirado en el suelo, como si quisiera dormir... me levanté y corrí hacia mi cuarto. lo cerré y luego busqué mi cama. cerré las ventanas, las llené de papel oscuro hasta tener todo el cuarto en total oscuridad... la puerta sonaba. ¡abre!, gritaban mis parientes. no les abriría jamás... caminé hasta mi cama y me eché, cerrando los ojos, buscando a mi madre... ella estaba allí, como siempre. le pregunté cómo había muerto. me dijo que ella tenía miedo de salir, pero salió a la calle, buscando dinero para pagar mi colegio, y cuando encontró a un hombre, este le dijo que deseaba hacerla suya... mi madre le dijo que sí, y luego de estar juntos, él le dio el dinero... ella agregó que cuando estaba por llegar se encontró con mi padre, que no veía desde que había nacido. le preguntó que hacía, y ella le dijo que buscaba dinero... tu padre se dio la vuelta y me dejó su tesoro... quedé contenta y cuando estaba por entrar a la casa, sentí que unos muchachos me arrancaban todo, y como yo me esforcé por retenerlo, ellos me hincaron con cuchillos, una y otra vez, hasta que llegar a la oscuridad de tu vida. aquí estoy, por el resto de tu vida... me alegré. abrí los ojos y cuando estaba por salir, escuché que alguien abría la puerta, era mi padre. hola le dije, abriendo la puerta. el me dijo: ¿cómo está tu mamá?. bien, le dije, muy bien... me alegro mucho. se dio la media vuelta y sin creerlo, él cruzó las paredes de mi casa hasta perderse por uno de sus rincones... me alegré. sentí que jamás estaría solo... ni en mi casa ni en el resto de toda mi vida... tenía un tesoro y jamás podrían arrancámelo... |
Texto agregado el 07-03-2010, y leído por 241 visitantes. (1 voto)
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