Adiós Amor
Él es mi hombre, mi mitad, mi todo. Me resulta imposible apartarlo un instante de la mente, de que sea mi universo, de sentirlo como mi alma misma… de ser suya.
Y no puedo creerlo, después de haberme defendido tantas veces, y hasta la furia, enfrentando bravío la indiferencia absoluta de su propia madre hacia mí. Me eligió sin vacilar ante sus pocos amigos que ya no frecuentó. Después de tantas apasionadas noches que se extendían hasta el amanecer soñando con un hermoso futuro de matrimonio, hijos y alegrías Y no tengo dudas, sentí a su alma amándome más que a nada en el mundo, con un amor tan puro, apasionado y genuino como el mío.
Pero su madre lo ha doblegado. Y ahora lo veo, aquí, tan cansado y vencido que me aterra. Me mira resignado, suplicándome perdón desde sus ojos vidriosos mientras toma sollozando esa pastilla. Y apenas puedo escuchar, fulminante, mientras siento diluirme en el aire, a su siquiatra que le dice:
-Es una medicación excelente que lo liberará al instante de sus alucinaciones.
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