Y este dintel de brumas me absorbe...
¡Grita, pueblo!, regurgita tus lamentos,
rasga el miedo y salva tu conciencia
¿Has muerto, libertad?
¿Por qué calláis? ¿Por qué mentís?
Me entierra vuestra indolencia,
la molicie, la incuria,
el desdén al recuerdo de quienes rescribís la Historia
Os veo, marchitos de alma,
gozosos en el fango opiáceo
¿Es que no escucháis el viento aullar?
Yo sí
Oigo uno por uno los nombres de los olvidados,
los desahuciados del tiempo arañan mis entrañas,
ululan su desgracia devorada en traidor secreto
Polifemos sois
¿Quién vuestro Ulises?
¿La injusticia? ¿La desidia?
La bolsa de los pecados está llena
y alguien debe pagar la cuenta
Se hace tarde... Tan tarde...
La sangre de otros vela vuestros ojos
como el bosque en su espesura el sol,
y seguís empeñados en defenestrar
a quien a la ventana de la verdad os asoma
Arpía seré, si es preciso,
que os lleve hasta los mismos infiernos
para contemplar vuestra obra,
vestal que mantenga vivo el fuego del recuerdo
En Nínive predicaré mientras Jonás se lamenta y,
si al Gólgota me lleváis,
aquí mis espinas vuestro tormento,
mis llagas vuestra compunción
Ignoradme y gritaré más alto
Quemadme en la hoguera y seré fénix
Denostadme, insultadme,
mutilad mis miembros y desolladme la piel
Aun agonizante,
treparé tumbas y precipicios,
en que me enterréis viva,
por los que me despeñéis
Mi furia es más ciega que vuestras mentes,
mi rencor más profundo que vuestra indiferencia
El Juicio Final vendrá
y a los pies del Gran Inquisidor estaré,
señalándoos uno a uno,
culpables de omisión, deudores de justicia
La noche eterna se aproxima y seguís durmiendo
¿Por qué? si el mar aún brama por ellos
¿Por qué? si el cielo llora todavía
¿Por qué no despertáis? ¡Por qué! |