El guerrero descose sus pasos, arrepentido de su causa, maldiciendo lo que otrora era su verdad. Tantas batallas sin tregua que desde el pasado emanan un arrepentimiento que se hizo imposible de mitigar desde que alcanzó a percatarse de que solo el presente es lapso y el resto ya solidificó no siendo ahora mas que presunción cualquier intento por disipar el dolor, sabiendo amelló el filo de su espada sobre corazones hermanos de temple entre el hierro en la sangre de tantos héroes, valioso tiempo que derrochó sin saber que no hacia mas que apoyar una causa ajena y vulgar cuyo propósito era solo satisfacer a cobardes sedientos de sangre y lejos de las líneas que jugaban a ser dioses reclamando jurisdicción con sus plebeyos al frente en llamas.
Odiando el día en que escribió su causa sobre el ímpetu sin horizonte de su fuerza cuando entiende que poseer el poder por si solo no justifica su uso y que si parece hacerlo no se es más que un acarreador de la torpeza presumida.
Ahora que el tiempo ha curtido su piel sus manos no soportan el peso de su espada y los ojos no dejan de llorar el lustre que perdió... su razón no basta para enmendar tantos errores, solo puede sonreír con desesperanza a las circunstancias y consecuencias de no haber sabido que ese fuego que le mantenía fresco y presente no ardía sobre a la guerra, que esta solo le enseñó a sentirlo, que algún día que ya paso terminaría por ahogar cualquier fortuna posible desde el punto de vista de su percepción... jamás plantó en su tierra semillas de gozo porque creyó que podría beberlo para siempre en la sangre tibia de el cáliz disidente y ahora que ya no implora una alianza a su dios porque sabe que no es mas que otro segmento de su cobardía solo le queda cebar hasta que todo acabe