Estaba sobre un viejo catre postrado
Sumido en sueño profundo,
Del exterior y la realidad inmutado
Con el cuerpo ya desvanecido
De pronto vi una cofradía obscura
Que se acercaba rápidamente,
Yo que me alejaba con mesura
De la cofradía vehemente.
Mientras más se acercaban,
Pude ver el vestido que calzaban
Todos crespones negros llevaban
El cual, el cuerpo les cubría.
Era el jurado obscuro de la muerte
Que venía no sé, porque a juzgarme
Que tal vez llegaría a condenarme
Pero mi fe, era más grande
Sólo quedaba, a la vida aferrarme.
Los vi instalarse al frente mío
Era una especie de juzgado
Donde me obligaron a postrarme
Donde tenía que defenderme
Aunque estaba sin defensa.
Transcurría cada minuto silencioso
El crujir pavoroso
Se instalaba en todo mí ser
Que otrora, fue saleroso.
Me tocaba pedirle
Al gran juez de todos los cielos
Que interceda en mis portafolios
Ya que estaba por rendirme.
De pronto, vi una luz fulgurosa
Que mis ojos, los cegó
Sobre el juzgado descendió
Y en un instante a la nebulosa
Cofradía lo desapareció.
En aquel momento escuche una voz:
– ¡Estas Salvado, vuelve a la vida!,
Tu arrepentimiento, fue tu salida
¡Despierta!, lo oí, en altavoz.
Desperté,
Y me sentí convaleciente,
Con muchas ganas de seguir viviendo…
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