Ángel... su lamento se congela en el invierno eterno de su destino silencioso y atronador, destino que cala lento en sus propósitos al ver sus plumas palmar en la nieve...
Llora. ¿a caso porque teme la dulzura con la que parten sus sueños ? Ó ¿ acaso teme al frió que se filtra hasta el núcleo de su razón?... ¿le falta el aire a su valor? ¿el miedo ya quebranto su voluntad? Ó ¿aun puede recordar cuando de solo pensar le indignaba lo que ahora vive?, ¿aun pretende decidir o será ya su silencio tiempo perdido?.
Se que quisiera escapar a un planeta de primavera y tierra fértil, se que aun puede sentir el dilema de vivir en un mundo perfecto y corriente. Pero los recuerdos son cadenas desde la piedra bajo la nieve hasta los huesos bajo su piel.
No se porque... ¿sucesión de circunstancias que amotinó las letras hasta hacer indescifrables los vocablos que describen el mañana?
Un cómodo amparo cincelado en la roca para que tema escapar.
Unos, Víctimas del frió congelados en su jardín que le miran con envidia para que se sienta con suerte.
Un destino escrito por su realidad aparentemente obligatoria.
Una esperanza momificada de encontrar algo ahí a la que aún inunda en su sangre para evitar que se seque.
Una trasfusión de sentimientos sedantes desde el engaño a su corazón para que sus latidos no se arrepientan de existir.
Un par de alternativas extremas que sumadas a los limites terminaron por hacerle creer que escoger es decidir.
Casi congelándose en la negligencia de su albedrío, casi ardiendo en su deseo de escapar.
Una libertad sitiada entre los dos filos de su códice, la pared de sus sentimientos, el abismo de sus recuerdos y el descuido de sus alas. Una tragedia latente, como si dejará que el magma de un volcán caldeara su alma para mantenerle con vida sabiendo que explotará cuando perpetúe la ternura que dio a los lobos, lobos hijos del mundo que tolera, lobos que juzgó corderos, lobos que curaban sus heridas solo para mantener tibio un festín.
Me duele verle. Insurrecto y radical con la ley de su posada a manera de capricho, sumiso a la crueldad de su universo a manera de auto reproche.
Temo por el cuando parece que podría ya escribir su epitafio, cuando sueña con algo mejor y cree que ese algo solo puede ser eso, cuando pasa el tiempo ávido, atesorando segundos para sumarlos al día en que viva ese sueño... aunque crea saber que ya es imposible... cuando repara la verdad con recelo inconsciente, cuando sus palabras se agolpan para sofocar el sentido, cuando su llanto es raíz y fruto, causa y efecto. Cuando gusta de el veneno como atenuante a sus síntomas, cuando despierta y solo puede sentir.
Pero me alegra aun poder creer que no es una causa perdida en un planeta lleno de ellas, que nunca será una olvidada.
que puede tejer la eternidad, que no tiene que esculpir su mausoleo en el hielo, que puede hacer de los lobos sus lacayos, que puede convertir la nieve en un edén para sus propósitos cuando estos no sean solo supuestos, que puede empuñar el universo en una mano y con la otra dibujar el horizonte.
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