Buenos Aires, 18 de Febrero de 1968
El carnaval en la Avenida de Mayo va cobrando todo su esplendor; las comparsas le abren paso entre la gente bailando en la calle a las carrozas iluminadas representando a cada una de las barriadas. La alegría dibujada en las máscaras pretende ocultar el verdadero rostro de una sociedad envuelta en su propio cinismo y que estalla para esta época con la maravilla de luz y color engendrada por su excitación. Un cuerpo de infinitas caderas conforma la gran serpiente sinuosa con su sexualidad perfumada de música alegre y alcohol. Ojos de rebosantes miradas ocultan sus pretensiones detrás de un antifaz, capaz de deglutir el aliento del corso con una sola bocanada de humo, que se esfuma hacia la madrugada que finge no llegar nunca. Manos incontenibles alabean la complexión de seductoras muchachas casi sin rozarlas y sintiendo su candor que se esparce en el aire, acabando por adornarse con caricias deseadas y no concretadas. Cuplas de jóvenes se entrelazan acariciando sus cuerpos con gracia y deseo, lamiendo sus bocas y bebiendo sus copas. Todo parece encajar entre sí como piezas de un mismo rompecabezas, amachimbrando sus formas en movimiento y cambiando de color como de pareja en un erótico baile de amor y lujuria que parece no terminar nunca, mientras la comparsa se siente.
Al apaciguarse las luces y alejarse la música, un grupo de hombres y mujeres jóvenes se retrasan de la murga y se escurren entre las calles laterales, como escapando del jolgorio imperante y buscando la quietud de la noche en los angostos pasajes del centro, aquietando sus bríos y entregándose a su sed de arrumacos con la pareja de turno hasta que se posan en una fuente en el interior de una plaza inscripta en un callejón, como aves en reposo, luego de migrar de apareo. Abrazados de dos en dos y de tres en tres, comienza el enamoramiento que surge dulce del vino, embriagados de luces se abandonan a su sensualidad dormida.
-“¿A vos no te había visto en este grupo?”-Dice una muchacha entre dormida y mareada a lo que el hombre responde:
-“Es cierto, solo que me confundí de grupo y pretendí mudarme de amistades”
-“¿Y tu nombre es…?”-Le retruca un joven
-“Me dicen Arcián…”
Todos se miran entre sí y luego uno de ellos levanta una botella de cerveza y dice:-“Brindo por el amigo Arcián…que ahora juega para nosotros”-y todos asienten con botellas y vino, y no les importa la diferencia de edades, como si de pronto todo se vale, cuando es carnaval.
Unos minutos después, todos entran en el departamento de uno de ellos a dormir la mona de tanta parranda, cuando Arcián levanta una copa y dice:-“¿Acaso esto fue todo?… ¿Qué clase de juventud es esta?” Los demás se quedan mirándolo como esperando sugerencias de un adulto y estas no se hacen esperar.
-“Yo en mis veintes, no paraba hasta hacer el amor con cada mujer del grupo, pero veo que las cosas han cambiado en quince años”.
Algunos muchachos sienten el golpe bajo, y se desembarazan de su mujer de turno para arrinconarse contra su propia pareja, pero una de las mujeres rechaza al suyo levantándose del suelo y recostándose contra Arcián, sin provocar en su novio la menor reacción salvo el despecho de besar a otra joven. Arcián afloja su corbata, y otra chica se levanta y se quita toda la ropa, dejando solo su antifaz, como señal de que la fiesta continúa, para luego sentarse sobre las piernas de él; y la música recomienza y el licor hace otra ronda, y los vestidos caen hasta que la sexualidad retoma el control de la noche…sin penas ni llantos, todo es amor y alegría hasta que la desazón cae.
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