Robarte un beso, Clara, fue como desgarrar tu canto sincopado; se florecían tus labios con el respiro de tus amigdalas, como anémonas, mientras jadeabas queriendo huir.

Robarte un beso, Clara, fue como encapsular el tiempo en un suspiro; exaltado tu corazón, rogaba bajo la cúpula de mis dedos, mientras se regocijaban las columnas alabastrinas de tus piernas temerosas.

Enaltecer hasta tu frente, Clara, fue como un instante craso y abyecto; mi boca dura chasqueaba el gatillo de la lengua y mi beso fue un hoyo oscuro, humeante, hollín manchando la pulcritud de tu entrecejo.

Avergonzado entonces me aparté de ti, lejos de tu ojos eternamente abiertos y de los pétalos vertidos sobre el suelo.



*Se trata del escrito de toxica narrado a mi manera, por lo mismo conservé el título en respeto:

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