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tenía cerca de veinte años cuando todo comenzó para mí... las vacas salieron del establo y partieron por siempre. toda mi familia gritó, para luego pegarme sin parar... tienes que encontrarlas, me dijeron a voz de cuello. aún estaba medio tarado de tanto golpe. me levanté y les dije que sí, que lo haría... mi familia se dio la media vuelta y entraron a la casa, dejándome solo con la noche y con la pesada responsabilidad de integrarles sus vacas... cogí mi báculo y partí poco antes que amaneciera. luego de cinco día, llegué a un lugar jamás visto por mí. todo era verde, rodeado de mucha agua transparente y de enormes árboles, adornados sobre el celeste cielo por un mar de aves de colores y tamaños variados... pensé que estaba en el paraíso. de pronto, no lejos de allí vi a las cinco vacas pasteando junto a un sinnúmero de perros... corrí y, apenas llegué, apresé a una de las vacas para devolverlas a la casa de toda mi familia... uno de los perros se puso delante de mí, gruñendo como un diablo, mostrándome sus largos colmillos... luego, todos los perros me rodearon. parecía que el final de todos mis días estaba frente a mí... solté a la vaca y los perros se fueron con ella, como si la sosegaran... quedé estancado, sin saber qué hacer... tenía sed y mucha hambre. fui a uno de los árboles y cogí una fruta, la comí sin parar, sabía deliciosa... vi un transparente lago que estaba a un lado de la hermosa encalada y corrí hacia allá... fue extraño, pues sentí el sabor del agua diferente a todas las aguas del mundo. esta era como si tuviera poderío, llenándome de una especial pasión... terminé de beber y me sentí tan satisfecho que me eché a descansar sobre un rincón de aquel cielo verde... cuando abrí los ojos, quise pararme, pero, me horroricé al ver que mi cuerpo no era el mismo, era el de un animal, lleno de oscuro pelambre, lleno de olores y fuertes impulsos por correr y tragar sin parar... corrí hacia el lago y pude verme reflejado. sí, aún era la misma persona, pero cuando miraba mis manos, estaban llenas de hebras. no caminaba sobre dos piernas, sino, sobre las cuatro extremidades... soy un perro, pensé... lentamente me di cuenta de que era observado por los animales del lugar... no me sentí identificado, así que decidí marcharme... caminaba rumbo hacia la salida de la encalada cuando percibí las miradas de todos los animales de aquel bello lugar... seguí adelante y apenas los perdí de vista, noté que volvía a caminar sobre dos piernas... miré mis manos y volvieron a ser las mías... me detuve a pensar en qué debería decirle a mis parientes, pensé que lo mejor era no volver a verles nunca mas... caminé en otra dirección y no me detuve en ninguna encalada ni vallecito, por mas que fuera terrible o hermoso... tan solo quería empezar todo de nuevo... fue extraño, pues jamás llegué a ningún pueblecito, mas bien, aquella encalada pareció extenderse por donde mis ojos apuntaban, hasta el punto de envolver todo mi entorno... lo asumí como quien le toca algo destinado por el resto de su vida. eso sí, nunca más bebería de sus aguas... me gustaba ser como era... ¿las vacas?... fue extraño, no pude verlas por ningún lado. una mañana decidí visitar a mi familia, y cuando estaba llegando a la vieja casa, vi a la cinco vacas, encerradas en sus jaulas, como siempre... no quise entrar y retorné sobre mis pasos, y mientras me alejaba noté que mi vida era una constante observación de todas las cosas, sorprendiéndome de cada detalle por el resto de toda mi vida...

Texto agregado el 04-03-2010, y leído por 193 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
04-03-2010 Puliéndole detalles, me gustó mucho. malaya
 
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