Fue tu piel, tejedora
innata la que me
conservó de los
agrios recuerdos,

tu manta de
labios aplastados
que se aprovechó de mi
inmortal silencio.

Las víboras se apoderaron
de mi pecho enhiesto,
las grandes sierpes de la
humanidad rezaron a voz
en cuello para que
la inhumana Lilith de
cuerpo acalambrado
viniese a por mi.

Mi cuerpo de inmortal
caricia rebanada ha
ocupado su nuevo espacio
en el desierto.

A veces hace frío y mi
harinado cuerpo flota
entre arena y viento
alegre,

a veces hace frío,
y me contengo en
canciones pasajeras.

Era tu olvido de mar
desértico con peces
de mentira el que me
llevó a pasar una temporada
lejos del sol.