El testimonio del Brigadier Lorenzo Visconti perecía ser la punta del ovillo de tamaña investigación, debido a su prestigio de hombre de bien acuñado luego de años de servicio no solo en la fuerza aeronáutica sino como alcalde de Villa Esperanza. Si bien no fue exactamente un testigo presencial, sus precisas observaciones acerca de lo acontecido los días anteriores y posteriores al suceso auspiciaban que el esclarecimiento del caso estaba por acaecer. No tuve ni siquiera que convocarlo debido a que se presentó en mi despacho, con el simple motivo de:- “Hacer mi aporte cívico, como se debe…”-Según me declaró esa tarde de septiembre, cuando la primavera ya había entrado en el pueblo. Luego de presentarle mis más sinceros respetos por su gallardía y dedicación hacia sus representados, pasó a narrarme con mucha escrupulosidad cada uno de los indicios que pensó serían de gran importancia para esclarecer lo sucedido ese día. -“La joven Laura Romario, solía pasearse con su noviecito…ese melenudo hijo de los…”
-“Robledo”-le completé la frase.
-“Ese, hijo de P…Patricio Robledo y Doña Jimena; bueno, se floreaba con ese por la galería de la calle Dos cuando un automóvil rojo, que no pertenece a este pueblo se les acercó y uno de los tres que viajaban adentro la piropeó a la moza como si el melenudo no existiese”-El Brigadier se me acercó como para contarme alguna infidencia y continuó en voz baja:-“Yo que el muchacho no hubiera dejado las cosas así, pero eso mismo es lo que sucedió; solo los miró y tomándola por la cintura siguieron caminando”. Me quedé mirándolo hasta que sintió que su cara estaba muy cerca de la mía y se retiró recostándose sobre el respaldo de la silla para luego proseguir.-“Unos días después, vi a la mocosa asomada a la ventanilla del mismo auto parloteando con el conductor y riendo a las carcajadas…Si hubiera sido mi hija…”
-“Brigadier” (lo interrumpí), ¿qué otra cosa me puede decir relacionada con el caso?
-“Bueno, en realidad…”
Luego de ésta pérdida de tiempo me decidí a entrevistar a Doña Zulema Estrada, vecina de Laura Romario, que si bien no parece haber tenido nada que ver en el asunto, tiene fama de saber todo lo que pasa en el pueblo, debido a ese don especial que le llaman “chismerío”. La encontré barriendo la vereda, lo que es su costumbre seguramente para establecer su puesto de vigilancia. Cuando me vio venir corrió adentro y salió con la pava y la yerba sentándose en el banco de madera que tiene en el porche de entrada e invitándome a sentarme a su lado me dijo:
-“Te estaba esperando m’hijo” y antes de darme cuenta me había empezado a contar todos sus puntos de vista.
-“Resulta que la Eulalia me contó que su hija Jimena salía con el primo de Alfonso, el novio de Laura, y este le dijo que ya no la frecuentaba desde hacía una semana, cuando la muy machona se había enganchado con unos tipos maduros del pueblo vecino de “El Chimango”, y ni lerda ni perezosa se andaba besuqueando con uno y con otro como si se pasaran el mate”-(A la vez que me pasa un mate y me quedo pensando antes de tomarlo-“¿Qué…no tomás?”
-“No, no es eso, es que está caliente”-le contesto tomándolo con cuidado como si en realidad quemara y poniendo mis labios con cuidado en la bombilla mientras la miro para prestarle atención.
-“Te cuento que no es la primera vez que supe esas cosas de ella”-Continuó de inmediato-“También supe por parte de Josefa, la vecina de Ña Nuncia que siempre estaba quejándose de su hija, que una vez, a escondidas de su padre Paulo Romario, metió a un tipo por la ventana y la agarró con las manos en la masa…bueno en realidad no era masa sino…Bueh, y lo sacó a las patadas antes de que llegue su marido del reparto de leche, Suerte que el pobre hombre se fue de esa casa para siempre abandonándolas a ambas porque con esa madre protectora ya decía yo que algo así le iba a pasar a esa chica, virgen santa”-Me dijo mientras se persignaba, lo que tomé como el final de la conversación y me levanté rápidamente devolviéndole el mate con un –“Gracias” forzado y apurado al son de mi último sorbo y ya en la esquina, escucho a Zulema gritando-“¡Esperá, que aún no te cuento lo del brujo…!”
Ésta última frase me dejó pensando pero aproveché para doblar la esquina fingiendo no haberla escuchado, y así poder preservar la seriedad de mi investigación, que a esta altura se estaba convirtiendo en una payasada, aunque como me lo había imaginado, me llevó a la pista de Jimena, la hija de Eulalia, quién junto a su novio Pedro habían visto a Laura Romario con los forasteros y esto me decidió a entrevistarlos. Supe que siempre andaban juntos, generalmente sentados en la heladería de Doña Rosa, que sigue estando a la puerta norte del pueblo, casi donde termina todo y empieza el trigo y los maizales hasta el horizonte.
Efectivamente allí se encontraba la parejita, sentados en una mesa, sin consumir nada por lo que aproveché a invitarlos una malteada y así interrogarlos sobre Alfonso y Laura.
-“No me hables de la turra esa…- me dice Jimena, (la hija de Eulalia) si yo no me fijo se le estaba tirando a mi Pedro, justo en frente de mis narices”-De inmediato volteé la cabeza hacia Pedro y este le contestó con sarcasmo:
-“No seas celosa, mi vida, si solo estaba preguntándome por mi primo, que hacía varios días que no veía”
-“Y qué esperaba, después de que todo el mundo la viera besuqueándose con esos extraños por todo el pueblo”-dijo ella.
-“A mí no me consta, y además ella estaba loca por Alfonso y él lo estaba por ella”.
-“¿Será por eso que él la abandonó a su suerte con esos tipos?”-le dijo Jimena y se levantó ofuscada saliendo del establecimiento. Pedro se me quedó mirando y de inmediato se levantó y sin despedirse se fue tras ella, dejándome con mis preguntas en la boca, aunque luego pensé que podía sacarle algo a Doña Rosa, la dueña del local, que se pasó todo el tiempo escuchando nuestra conversación. La miré fijamente y esto alcanzó para que me largara su rollo.
“-Estos chicos siempre andan con chanchullos de amor”-me dijo…”A veces ni me doy cuenta que se me pasa la hora de la novela y no me importa porque estas novelas son más interesantes que las del televisor”.
-“Si, pero aquí ha pasado algo grave, ha desaparecido una joven… ¡y no es ficción! y como comisario del pueblo, es mi deber resolverlo”-Le contesté.
En ese instante se empezó a escuchar un griterío en la calle principal que hizo que todos salgamos a ver, y vimos pasar un auto rojo con Laura y otros tres hombres en su interior que se floreaban por la principal hasta estacionarse en la casa de Doña Nuncia. El griterío hizo que ésta salga a la puerta y vimos como Laurita, la hija predilecta de este pueblo se abrazaba con su madre Doña Nuncia y le extendía la mano de su Padre, Paulo Romario, que se hizo acompañar por sus hermanos Joaquín y Mauricio Romario, que habían venido de su pueblo El Chimango, para dar testimonio de su arrepentimiento y toda la Villa Esperanza se volvió festejo por la felicidad de los Romario, que será el corrillo de todos sus vecinos, que los quieren bien y se olvidaron del crimen que nunca pude resolver, aunque no va a faltar oportunidad, para un flamante comisario como yo, ávido de acción.
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