01 de Noviembre de 2007
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Dicen que el Universo tiene 13500 millones de años de antigüedad.
Que se expande con la característica de que los objetos más alejados se desplazan a velocidades cercanas a las de la luz.
Se alejan de nosotros a esas velocidades, y más allá no se divisa nada.
Es de presumir que el Sr. Einstein tuviera otra equivocación en sus consideraciones sobre la naturaleza y el comportamiento de la Luz.
La velocidad relativa de los objetos en las antípodas, es igual al doble de la velocidad de la Luz.
Si la luz de los objetos que se alejan de nosotros a velocidades próximas a las de la Luz, apenas nos llega, podemos suponer que los que han traspasado esa barrera, emiten una luz que no nos llega, pues su velocidad de propagación es menor que la de desplazamiento del foco.
Digamos que la Teoría de la Relatividad General dice que eso no es posible, pero como Albert no pudo culminar la Teoría del Campo Unificado, deberíamos confiar en la Física y la Mecánica Cuántica para aceptarlo como posible.
El hecho de que el Universo captable, tenga en todas direcciones una medida de 13500 millones de años luz, no implica que el sistema solar sea el centro de la Creación, ni que esa sea la edad cósmica, ya que se han detectado estrellas que tienen mayor edad.
Esta incongruencia es un freno poderoso al Conocimiento y el Procedimiento Científico.
Debo pensar que el Creador, al realizar este Universo, instaló la expansión como una forma de evitar que los dañinos y los depredadores, se vieran impedidos de extender sus dominios, de allí el movimiento continuo y la danza estelar galáctica, las increíbles distancias entre los sistemas estelares, y el infinitamente mayor espacio intergaláctico.
Seguramente la expansión es una ilusión óptica, para desalentar las intenciones de muchos, ya que oculta la Dimensión de la Luz, para probar la Fe, la Lealtad, y el Amor a la Entidad.
Es también una demostración visual del Poder, la Omnipotencia, la Armonía y la Paz que reinan en sus dominios.
Si la realidad que vivimos, es un escenario aparente, el panorama universal, del cual lo único que sabemos es que se trata de un Puzzle virtual, donde no coinciden los tiempos ni las distancias de lo que apreciamos simultáneamente, es un rompecabezas indescifrable.
La fórmula Espacio-Tiempo que rige la realidad superficial, no es aplicable a nivel cósmico.
Estos objetos que emitieron su luz hace 13500 millones de años, es de presumir que hoy se encuentren por lo menos al doble de esa distancia, alejándose a una velocidad desconocida, pero superior a la de la luz, por lo que en una apreciación verdadera, habrían escapado del campo visual, y en relación a nosotros, al superar la velocidad de la luz, son objetos energéticos virtuales, que sabemos que existen pues los vimos antes de desaparecer, pero luego de ese acto, se han transformado en presumibles.
Los Científicos se engañan a sí mismos, asemejando la edad del Universo, a la de los objetos más lejanos que podemos apreciar.
Qué poderosos son los Sentidos, y confiamos tanto en ellos, que podemos ser engañados por lo que vemos, sin hacer siquiera una reflexión acerca de lo que el Creador nos presenta.
Consideramos los objetos como estáticos, sin tener en cuenta que se están desplazando, así que la edad del Universo, sería asimilable al doble de la distancia a que se encuentran hoy, digamos unos 27000 millones de años.
Siempre tomando como referencia los objetos más lejanos que podemos apreciar, ¿pero si hay más cosas más allá....?.
Al mirar el cielo nocturno, estamos viendo el pasado, pero el Dios nos prohíbe conocer lo que pasa allí en tiempo real y simultáneo, ésa es una de sus Facultades exclusivas.
Pero sí nos permite razonar y suponer, aunque lo efímero de nuestra existencia, nos debería llevar aceptar su Palabra y su Ley, como Doctrina a carpeta cerrada, pues somos su Criatura, y Él es nuestro dueño indiscutido.
No comprendo porqué, todo el conocimiento acumulado durante los milenios de existencia de la Especie, en lugar de desembocar en Sabiduría, terminó en autosuficiencia y necedad.
Es evidente que el Ser Humano ha descubierto su componente Divino.
Sin embargo, el que debería estar orgulloso y agradecido por provenir de la Fuente, desafiando el Poder y la Gloria, se vuelca a la adoración y la idolatría de falsos dioses y figuras, llevado por la falta de Fe y la Irreverencia.
Las Escrituras dicen que el Dios perdona algunas cosas, y otras no las perdona.
Algo semejante a lo que hacen los Humanos, pero fundado en una sólida doctrina, y un código de conductas que tiende a corregir o castigar, que existe desde mucho antes que el Ser Humano apareciera sobre la superficie de la Tierra, y ha regido sobre las conductas de Especies racionales ya extinguidas, y regirá sobre las que habitarán planetas y que aún no existen.
El común de la Gente, que no alcanza a abordar los datos de las dimensiones de los espacios siderales, difícilmente podría comprender que, mientras la luz de los cuerpos más lejanos que podemos apreciar, viajaba por el Cosmos para avisarnos que están allí, se podrían haber formado tres sistemas solares iguales al nuestro, uno a continuación del otro.
Supongamos que el Humano que habita la Tierra, descendiera de los Humanoides, cuyos restos encontrados en África, Pekín y otros lugares, que vivieron hace un millón de años.
La Tierra antes de estas apariciones, ya tenía una edad de 4.499 millones de años.
Si la edad del planeta, la asimilamos a un año existencial, el Animal Humano debería ser considerado un intruso en su superficie, que llegando en las últimas dos horas, se ha adueñado del teatro.
Porque los Humanoides y Homínidos, formaban parte del Reino Animal, siendo otros integrantes del Reino Animal, que debían compartir el hábitat y los recursos disponibles.
Cuando hace unos diez mil años, Dios sopló el rostro de un homínido, nació el Ser Racional, que hoy domina y modifica la superficie planetaria.
Es que la Divinidad entró en él, con la esperanza de que, facultándolo con el Razona-miento Lógico, se asemejara aún más a él, y comprendiera que su rol existencial, sería cuidar los bienes del Señor, y proteger a otros animales dotados de menos atributos primordiales.
Le dio dos maletas, una con virtudes y otra con defectos, que carga durante toda su existencia.
Estos Atributos Primordiales, podían ser usados a piacere, aplicando el libre albedrío, y sin la influencia ni vigilancia directa de la Entidad.
Es decir, era una especie de Semidiós, pues podía concretar su pensamiento, creando cosas, objetos, y hasta escenarios, a partir de los materiales que Dios puso a su alcance.
...y aquel que debió vigilar y cuidar el entorno natural planetario, olvidando su importan-te misión, se adueñó de lo que fue puesto bajo su responsabilidad.
Sentando sus reales sobre los territorios superficiales, inventando los instrumentos de depredación: el Dinero y la Propiedad Privada.
Vastos territorios quedaron vedados al uso de sus semejantes y el resto de los Animales.
Para instalar sus cotos exclusivos, arrasó extensas áreas, eliminando Vegetales y Anima-les que constituían ecosistemas fruto de millones de años de evolución.
Tal es así, que si hoy volviera Jesús, no podría reconocer el lugar donde nació, los lugares donde creció, ni los caminos que recorrió durante su Ministerio, pues todo ha sido arrasado.
En esos lugares, hoy se levantan modernas ciudades, donde ocurren cosas que harían sonrojar, a los habitantes de las destruidas Sodoma y Gomorra.
El Creador va siendo olvidado, al punto de que algunos Científicos niegan la Creación de todo lo que existe.
Esta negación grosera y artera, por parte de calificados estudiosos, habla de la influencia del Impío, que no descansa en su intento de captar adeptos, aún entre los Seres más inteligentes de la Especie.
Su negativa influencia sigue dañando a los inseguros, incrédulos, necios y tozudos.
El engaño, el dinero y los placeres mundanos, complementan y respaldan su tarea.
La Ilusión Real es tan convencedora, que atrapa bajo los sentidos, hasta a los más aveza-dos Científicos.
Obedeciendo a lo que ven, aseguran que la edad del Universo, es igual a lo que demoró la luz de los objetos más lejanos en llegar a la Tierra.
Mirando esos objetos, estamos viendo su pasado: estaban allí hace 13500 millones de años; hoy, quién sabe por donde estarán.
Presumiblemente al doble de esa distancia: 27000 millones de años, que sería la edad del Universo visible.
Pero existe otro inconveniente: en todas direcciones las dimensiones del Universo visible, son las mismas.
En esos límites, los objetos se alejan de nosotros, a velocidades muy próximas a las de la luz.
O sea, estamos en el centro de una bola de 13500 millones de A.L. de radio.
No es creíble la idea de que el Sistema Solar sea el centro del Universo, aunque las Estrellas se estarían alejando de los Humanos por razones obvias.
Todo lleva a una conclusión simple: los aparatos ópticos, en teoría deberían detectar objetos más lejanos, pero es deducible que a los 13500 millones de A.L., la velocidad de los objetos supera a la de la luz, por lo que los fotones que vienen hacia nosotros, en lugar de llegar, se alejan de nuestro planeta.
Por eso no podremos captar objetos a mayor distancia, salvo que vengan hacia nosotros.
Somos demasiado insignificantes con respecto a las infinitas dimensiones de la Creación como para pretender comprender siquiera lo que estamos viendo.
En tal inmensidad, somos incapaces de ver a un Dios Omnipresente, Todopoderoso y Benévolo, del cual formamos parte.
El que vive como quiere, puede llegar a morir como no hubiera querido: defenestrado y olvidado por su verdadero Dueño.
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