Lucía. Una reina destruida. Parte II.

Un análisis psicológico sobre la mente, la razón, las creencias personales y el amor.

La mañana amaneció gris.
Las nubes semejaban cómo grandes mantos de color grisáceo deseando empapar con su contenido todo áquello que bajo las mismas hubiera.
Lucía se duchó, se vistió y salió al salón-comedor para desayunar.
Tenía que hablar con Mela sobre el sueño que tuvo la noche anterior.
Un sueño que la hizo cambiar su forma de pensar, de ver todo cómo antes lo veía.
Lucía parecía ser una persona nueva, diferente, sonreía incluso a las oscuras nubes.
Sin embargo, aún quedaba un poco de tristeza y de melancolía en su interior.
La herida parecía ir cicatrizando, pero cómo toda herida, aún tenía ésa pequeña comezón que recordaba lo que en verdad era, lo que en verdad fué.
Una herida abierta en el alma que necesitaba un poco más de tiempo para quedar cerrada definitivamente.
Esa era ahora la tarea de la lógica de Lucía.
Mientras Lucía se preparaba su desayuno, apareció Mela.
Lucía la miró con la expresión que siempre la caracterizó, esa expresión de vida, de frescura, de juventud.
Mela se la quedó mirando cómo si no la conociera, su rostro semejaba confusión cuando sus ojos comenzaron a explorar a la nueva Lucía.
"Buenos días Mela. Ésta mañana es hermosa, nos viene bien un poco de lluvia, estamos en la estación de las aguas", dijo Lucía sonriente, cómo si un aura de luz hiciera brillar toda su persona.
"Buenos días Lucía. Parece que el sueño de anoche te sentó bien. ¿ Éstas diferente ó es que te véo con otros ojos que no son los míos ?", contestó Mela con la mirada alzada y una expresión incrédula en su rostro.
"No Mela, tus ojos son los mismos de siempre, soy Yó, he cambiado, he despertado a la vida de nuevo, estuve muerta durante un tiempo, pero es hora de resucitar y de volver a ser quién ántes era. Debo de acabar de recuperarme del todo y de comenzar con el tour de Miss belleza, me están esperando ahí fuera ...", respondió Lucía de una manera tán inusual, que la propia Mela cerró los ojos y los volvió abrir para ver que no era un sueño, sino una realidad.
Mela estaba alucinando, la noche anterior Lucía tenía la mirada fija, apenas hablaba de nada, su faz arrojaba tristeza y ahora se la veía radiante y hermosa cómo debía de ser, ésa era la reina que Mela conoció hace unos meses, ántes de que cayera en el trauma que la llevó a ser alguien sin esperanzas, sin vida casi.
"¿ Puedo saber cuál ha sido la causante de esa modificación en tu actitud de ver las cosas, Lucía ?", inquirió Mela con perplejidad.
"Un sueño, un sueño maravilloso que tuve mientras domía, le ví, me habló y estuvo conmigo toda la noche, me dijo que tenía que seguir mi camino sin él porque mi hora estaba en la tierra todavía, que tengo muchas cosas que hacer aún aquí, y que él siempre estará conmigo, me visitará a veces y me ayudará en todo lo que pueda ayudarme desde donde ésta", respondió Lucía con la cara iluminada, cómo si una luz resplandeciera desde la misma.
"¿ Te contó todo eso en un sueño ?, vaya te quería en serio. Bien ahora debes hacerle caso, prepararte para todo, te devolveré el teléfono para que llames a alguien de tus conocidos y vengan a buscarte. Poco a poco irás olvidando y serás una persona de provecho. Tu mente está en linea con tu espiritu, desayuna, prepara tu equipaje y vuelve al mundo de ahí fuera, Lucía. Aquí has acabado, lo que quede de tus recuerdos, no lo sanarás conmigo, sino tú sola día a día", dijo Mela sonriendo, viendo que su amiga estaba curada y que podría seguir con su vida adelante en verdad.
Una vez acabado el desayuno, Lucía subió a su habitación, se cambió sus ropas, se maquilló y se pintó sus labios de rosa.
Estaba preciosa, una auténtica reina esperando el retorno a su corona, a su lugar, con sus amigos y conocidos, un año que necesitaba de ocupaciones para liberar la mente, para sanar su espiritu y trazar de nuevo el camino de su vida.

Escrito por Carlos Them

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