Así empezó tu desalojo...
Mi particular buhardilla había albergado ya a otros.
El último, de vez en cuando viene a visitarme... Sobretodo los días de lluvia. Se resguarda del chaparrón, desconoce que mi corazón goza de goteras... Aún quedan cosas esparcidas por las habitaciones. Nunca termina de llevarse sus objetos personales... unos labios misteriosos, una mirada resbaladiza... el otro día encontré un beso debajo de la alfombra.
Lo cierto es que su mudanza fue más larga que su estancia, pero, así lo quería yo. En un ataque de irá me deshice de todo lo que me recordaba a él. Lo primero que tiré fue mi felicidad... el destello de mis ojos... pero, pronto, comencé retenerle en mi memoria... escondiéndole las cosas que más quería... solo por verlo de nuevo aparecer... solo por verlo maldecir entre dientes mientras buscaba los detalles de aquel viaje a Madrid "¡¡¡¡Dónde estarán aquellos abrazos!!!...".
Abro el armario y le recibo con la mejor de mis sonrisas... estudiada, milímetro a milímetro... exactamente 6 centímetros de largo y 2,58 de grosos... esto permite ver una fila de dientes que termina en los incisivos... medida justa... no más dientes, podría ser un grave error, no debe pensar que estoy desesperada por él, amable, pero no necesitada...
A veces él me pide un huequecito, una esquina de alguna de las habitaciones, y termina ocupando toda la casa con sus palabras y locuras y con un olor que perdura mucho tiempo... mucho, mucho tiempo y que no desaparece aunque queme sándalo... me enamore de él por la esencia...
Pero... no se si te eché o si te fuiste, o si aún no te has instalado del todo. Estas a medio camino entre el ir y el venir... Lo cierto es que quiero creer que así empezó tu desalojo
Un desalojo, otra okupación.
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