Sí. Me tienes atrapado. Estoy en tus manos de criminal. Tu malignidad no me da tregua...
Y sufro por ti. Sufro. Pero mis insultos son mi arma contra ti. Y la muerte.
Podrás tener poderes sobre mí. Pero no todo está perdido. No reinarás con impunidad sobre quien te odia. Tu imperio detestable y cruel no será eterno.
Te insultaré con toda mi alma. Desvelaré tu perfidia.
Tu ataque traicionero no ha doblegado mi capacidad de ofenderte. Me aliviaré de tu repudiable carcoma con estas líneas. Podrás destruitrme pero no lograrás acallarme. Mi destrucción será tu derrota.
Mi corazón se abalanza sobre ti sin compasión. ¡No la mereces estulto furioso!
Detesto de ti todo. Pero tu forma de emboscarme, de empezar a lanzar tus puñales sobre mi, soterrado al principo y después con incidia, con odio puro. Eso no te lo perdono.
No te perdono nada, portador de la desgracia, rompedor de la felicidad, ser miserable, sucio, diabólico.
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Durante días sentí un dolor indecible en mi pierna izquierda. Con mucha rabia escribí el texto de arriba.
Hoy quise continuarlo pero el dolor se había desvanecido y la rabia había desaparecido...
Texto agregado el 24-02-2010, y leído por 122
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Lectores Opinan
17-06-2010
Te entiendo. Quizás el dolor estimule aún más tu creatividad. A mí me pasa.***** susana-del-rosal
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