Señora, cuénteme otra vez
Aquella historia de guerra,
Donde habían demasiados soldados
Para tan pocas enfermeras.
Donde el calor era poco
Aunque el fuego abundaba,
Donde los cuévanos de comida estaban vacíos
Y los estómagos de aire se llenaban.
Recuérdeme aquella anécdota de las bombas,
Donde tantas personas marcharon doloridas,
Y usted se quedó bajo la mesa del comedor
Abrazando a sus hijos, con la mirada arriba.
Hábleme del hambre que pasó,
De la cartilla de racionamiento que tanto maldijo usted,
Que siempre se quedaba sin caldo
Por querer dar a los demás de comer.
Explíqueme ahora
El dolor al lapidar,
Su cuerpo enterrado
Y sus lágrimas escapar.
Señora, nada le pido
Más que pueda necesitar,
Y es que, tan solo conteste a mi pregunta:
¿Por qué se llama Libertad?