Soy el maestro del ajedrez, derribo la torre con mi inteligencia, cabalgo en mi caballo de plata con mi ingenio, -Buenos días su majestad-, ella siempre esta de mi lado, los peones son mis esclavos, el tablero; mi morada.
De hecho yo creé este antiquísimo juego, por tanto, conozco todas las técnicas de esta diciplina,
soy un pensador que crea pensamientos, nadie nunca ha humillado a mi rey, mi rey es poderoso, espantoso, audaz.
El tiempo no existe dentro de los dominios del maestro...
Ahora comienza su último juego. El silencio del salón cubre los cuatro oídos, sólo se sentían los latidos del oponente, cuyas vibraciones plasmábanse en pequeños ecos nocturnos, el entorno estaba sombrío, el rostro del oponente estaba abrumado de olas de negro, sólo sus pupilas dilatábanse en la oscuridad, no era posible ver el rostro del oponente.
El oponente partió con uno de sus peones, el maestro imitó aquella táctica, el oponente corono su reina ubicándose en el cuarto casillero, el maestro desenvainó su intelecto y establecio su torre en terreno prohibido, ambos reinos se enfrentarían a una lucha a muerte.
Los caballos relinchaban una y otra vez, el sudor violento acariciaba las sienes del maestro. Los caballos medievales del maestro abandonaban la existencia, -Qué hago ahora?, mi rey está agonizando-.
1749 Séptimo intento: El maestro camino alrededor de uno de los peones, y vivió una vez más su miserable infancia.
Descalzo, el maestro, huía por las praderas, llevaba unos fríos ladrillos sobre su espalda, los mugrosos casilleros de mármol agrietaban las plantas de sus pies, en tanto el patrón golpeaba sus piernas con un látigo de sangre.
1795 Octavo intento: El maestro ingresa a la torre negra del martirio, donde la felicidad lo ignoró, donde sus camaradas eran sus enemigos. Un minuto con treinta...
Era inevitable, el maestro volvió a vivir su pasado, su destino, todo estaba en sus manos para cambiar su porvenir, una jugada en falso y perecería.
1820 Último intento: El maestro tiene su última oportunidad.
Montó el caballo del tablero, el caballo que su padre le había regalado, súbitamente éste se puso furioso y avalanzandose por los 63 casilleros de su vida, pero aún quedaba el número 64, el casillero negro, ahora debía enfrentar a la reina, mas ésta lo ahuyentó. El caballo asustado, con el maestro en su lomo, cayó al vacío de la muerte y el rey del maestro cayó al mármol.
El maestro murió el 12 de octubre de 1820 a los 71 años, y el oponente que era sino el destino del maestro, ganó la partida, se levantó, tomó sus piezas y exclamo: -Soy el maestro del ajedrez, derribo la torre con mi inteligencia, cabalgo en mi caballo de plata...
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