Con sombrerito de fieltro
y zapatos de charol,
me han comprado una muñeca
que habla y ríe, como yo;
las trenzas de su cabello
tienen dos hermosos lazos
y su delantal de raso
luce gallardo una flor.

Cuando acuesto a mi princesa
conmigo para la siesta
cierra sus ojos, contenta,
porque anhela descansar
y la arrullo con dulzura
y le canto y la cobijo,
porque ya tiene fatiga
igual que yo, de jugar.

Y así pasa, que esta nena
tan bonita y primorosa
cuando duerme luce hermosa
como yo. Y al despertar,
las dos tenemos los besos
cariñosos de la abuela,
los abrazos de papito
y las risas de mamá.