EL CARDO
Planta, que todos los años, a su tiempo, de te dejas ver y contemplar, en tu
metro de altura, con tus hojas grandes, verdes y espinosas, con flores azules.
Más tarde, todo tu cuerpo será amarillo oscuro, revestido por el polvo del
camino...
No estás en los viveros para colocarte, más tarde, en el comedor del chalet,
ni en jardines ni en los setos. Te quedas en la cuneta, al borde del camino, y así estás más cerca del hombre caminante, del ganado, y, sobre todo, de la oveja. Al
rozarte, ésta, -la oveja-, puedes taparte con su lana blanca o negra.
Los hombres, sobre todo lo que andamos despacio, te vemos como naces, creces, y al final pides el cambio...
Muy cerquita de ti están las amapolas rojas, las margaritas amarillas y blancas,el verde morado y el negro en las zarzamoras.. Formáis el ramo campestre más sencillo y hermoso.
Al final, el color fuerte del fuego, como en unos fuegos artificiales, juntarás el verde, amarillo, rojo, blanco y negro. Eres el descanso de mi caminar. Gracias, cardo.
28 de Enero de 2010
Firmado: Julián López Santolino
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