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Inicio / Cuenteros Locales / deletreando / Los Hijos del Fuego - Cap.VI - parte 4

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Bruno caminó a la vera del agua hasta llegar a la primera población. Se internó en ella tratando de no ser visto por temor a que sus perseguidores estuvieran esperándolo. Anduvo por angostas callejuelas solitarias hasta llegar al mercado donde buscó al egipcio que lo había guiado cuando compró los camellos para su expedición.
Éste conocía su acaudalada posición y se ofreció para llevarlo a Alejandría, seguro de obtener una importante recompensa. Allí no encontró a ninguno de los que habían sido sus clientes veinte años antes.
Entonces buscó en el puerto la manera de abordar un navío que lo llevara a Venecia. Fue reconocido por el capitán, quien le contó que el barco pertenecía a su familia. Su sobrino, aquel pequeño que había quedado en sus tierras, se había hecho cargo del negocio y lo había transformado en una de las mayores empresas de lana.
Se sintió a salvo y cayó rendido en un camastro. Cuando despertó estaban ya en alta mar.

Durante el viaje de regreso a Venecia, las olas balanceaban la nave de proa a popa haciendo rodar por cubierta todo lo que no estuviera amarrado. De la misma manera, las ideas de Bruno iban de un lugar a otro, mientras la pluma se negaba a completar frases que reflejaran con claridad lo vivido.
La filosofía distinta aprendida en Al Qahira, las vicisitudes de la expedición y el relato de la vida en el oasis se mezclaban en su pensamiento pugnando por la prioridad, con una celeridad tal que la mano quedaba rezagada y tropezaba en su afán por traducir en palabras los recuerdos.
Había aprendido que escribir no era sólo el acto de expresar un pensamiento, sino reflexionar sobre el significado de cada palabra. Bruno se concentraba en cada una de ellas en lugar y evitaba adelantarse al sentido de la frase.
Finalmente se impuso en su escritura el recuerdo más reciente, el de su gozosa esclavitud. Trató de referir gráficamente la ubicación del espléndido oasis, pero fuerzas desconocidas borraban durante la noche los trazos logrados con el esfuerzo de cada jornada.
Cuando terminó el relato lo releyó y advirtió que nadie lo creería. No traía consigo objeto alguno que probara, al menos en parte, sus experiencias.
Recordó entonces las frutas que ya se habían secado completamente. Les extrajo las semillas y las guardó con la intención de sembrarlas en su tierra y cultivar esos maravillosos árboles que alimentaban a saciedad y abrían las mentes a la comprensión universal, sin necesidad de palabras.
El entretenimiento que le proporcionó la escritura sirvió para frenar sus ansias por llegar a puerto. Allí lo esperaba su sobrino que lo recibió con grandes honores, superados sólo por sus demostraciones de cariño.

La nueva casa de Antonio era un palacio en cuya construcción habían participado los mejores arquitectos del momento. La rodeaban jardines frondosos de flores exóticas traídas de tierras lejanas y estatuas de mármol blanco que representaban deidades femeninas., En ellos se multiplicaban aves de variado plumaje y pájaros que llenaban el aire con sus trinos.
El salón principal, ubicado sobre los establos, brillantemente decorado con tapices y alfombras era el ingreso a la magnífica vivienda. La armadura animada, que Bruno recordaba del castillo de su cuñado Guillermo, era parte del ornato y estaba ubicada en tal posición que parecía vigilar la puerta de acceso al palacio.
La esposa de Antonio, María, estaba encinta por segunda vez. No era de una familia rica, pero en cambio ostentaba las mejores virtudes de una mujer. Marina, la pequeña hija de ambos que intentaba dar sus primeros pasos, trastabillaba y caía reiteradamente sobre la pesada alfombra, mientras tío y sobrino compartían una larga charla.

Texto agregado el 23-02-2010, y leído por 121 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
08-03-2010 Muy interesante y atrapante , aguardando lo que sigue =D mis cariños dulce-quimera
27-02-2010 Excelente narrativa. susana-del-rosal
23-02-2010 Todo ésto viene muy bien. Esperaré a lo que sigue de ésta interesante historia. 5* Catman
 
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