Séptima carrera, espantoso día de marzo, y había perdido casi todo o que traía.
Ella miraba fijo el caballo numero tres, yo me concentraba en el seis y el doce, y en el culo de ella, hermoso culo el de ella.
JUGALE AL TRES-- me dijo, mientras yo miraba el doce y el seis.

VA A PERDER – vociferé con mirada de odio.

JUGALE, DALE, JUGALE!!!
Su exaltación me molesto tanto que solo me concentré en su culo para no pegarle.
Imaginé esa noche perfecta mientras iba a apostarle al doce,
ya que solo un estúpido apostaría al tres.

Ganaría mucho en esta ultima carrera,
me iría con la frente en alto como el ganador que soy.
Me iré con ella, y le compraré lencería de ésa tienda por donde ayer pase y me provocó una erección solo con mirarla.
Y luego, una buena cena, después de tomarnos unas cuantas botellas de vino,
después de escuchar sus incoherencias y sus estupideces sin importancia, y sin enojo alguno, por que avía ganado el doce, cogería toda la noche sin que nada importara ya, y al otro día la echaría de mi casa a patadas en el culo.

El boleto en mi mano a ganador y la carrera ya largada, mis piernas flaquearon como siempre y el tronar de los caballos impulsaron mi corazón al mismo ritmo que su violento galope como un ritual de desesperación.
Ella gritó como una estúpida y yo me enfurecí y solo me quedo mirar su culo y suspirar,
que hermoso,
seria mío en unas horas y eso bajo mi revolucionado corazón a casi nada.
Y los caballos cruzaron el disco, y entre toda la confusión me quedo esperar nervioso para saber quien avía ganado.
Gano el doce, ese que tanto me inquieto por tantos minutos.
Y sin mas, destrocé mi boleto con furia y levante mi mano con violencia para golpearla, mientras miraba su nuca y su pelo rubio y odioso.
Ella dio la vuelta y yo baje mi brazo antes de que me viera, pero estoy seguro notó el odio que se filtraba por todas las expresiones de mi cara.

PERDIO EL TRES--- dijo riendo ,como burlándose de mi, mientras se alejaba.
Solo me quedo darme la vuelta y emprender mi huida desesperanzada hacia la parada de bus, de la puerta del hipódromo, mientras que la veía salir en un coche gris de no se quien, riendo a carcajadas con un fulano bien vestido,
Solo me quedo imaginar esa tarde de marzo el infinito desprecio que me siento, por sacrificar mi doce, por un estúpido tres y un hermoso culo joven y traidor
sabiendo que no será la ultima ves que morirán mis apuestas por esas niñas estúpidas de bellos y odiosos cabellos.