REFLEXION DE UN VIOLADOR 
Una voz desconocida 
Musitabame al oído: 
“penétrala, desgárrala, 
Inyéctale una dosis de tu volcánica savia, 
Destrózala, desvírgala, asesínala, 
No tengas misericordia; 
Es un cuerpo, solo eso, 
Piel caliente, ardiente sexo, 
Esta húmeda y espera por ti, 
No te prives de ese placer, 
Hazla tuya, gózala” 
 
 
Y yo, humano como todos 
O bestial como tantos, 
Obedecí el cruel mandato, 
Para mi todo era placer, 
El aire mismo olía a sexo, 
A embriagante sexo de putas vírgenes, 
De fricciones inefables, 
De muertes mutuas de cuerpo sobre cuerpo, 
Y movido por los hilos de libídine, 
Me deje llevar por mis instintos 
De demonios presos en mis átomos sanguíneos. 
 
Y tal cual la voz me dijo, 
La penetre, la destroce, 
La hice mía y fui participe 
De la furia de su vientre, 
De explosiones espontáneas 
Y gemidos excitantes 
Que aun perturban mis oídos 
Y me excitan todavía. 
 
La ame más allá de mí, 
De las más brutal manera, 
Y un cuchillo de malignos resplandores 
Puso fin a sus espasmos, 
A las contracciones de su ser, 
A sus gemidos ensordecedores… 
La mate… 
Lo lamento, pero así fue... 
 
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