Un enorme letrero oxidado indicaba "El Perreo Blade Works." Un joven de estatura promedio entró sosteniendo uno de sus costados. Entre sus dedos manaba algo de sangre. Su expresión se ocultaba bajo un hoodie azul rey.
-La mierda que vendiste se rompió-dijo dirigiéndose hacia un tipo vestido de forma ridícula-. Tus pinches espadas no aguantan ni madres.
-Chale-le respondió volviéndose con un martillo en la mano-, m'hijo, por la chingadera que me pagas no te vo'a'cer la puta Fiera Devocion.
-Si, pero tampoco agarres la primera puta solera que se te atraviese. ¿A poco me vas dejar desprovisto?
-¿Que pasó, valedor? ni que quisiera quedarme sin varo pa' mis bocinas.
-¿Cómo va mi armadura-la mueca de dolor era ya evidente-?
-La tengo mañana. No te'sponges, wey, al chile carnal, una chamba tan chingona cómo tu pinche armadura es algo que si lleva un ratón.
-Ayúdame, cabrón-se comenzó a tambalear por la pérdida de sangre-.
El joven de la herida casi se arrastró hasta la puerta de la trastienda pendiendo del hombro del herrero. Bajaron por una escalera en espiral. Llegaron a un cuartucho y en el, se recostó sobre una cama.
-Ahorita te mando unas gatas para que revisen tus chingadazos-Con un chiflido entraron dos mujeres en el recinto, una muy voluptuosa y la otra obesa y muy baja, ambas mascaban chicle con las bocas abiertas-. Perras, ya saben que hacer.
Las mujeres sacaron de abajo del catre un botiquín al tiempo que el herrero se retiraba. El Herido se despojó de sus ropas y se colocó boca abajo.
-Ay-se admiro la Alta-, manito no se como le haces para romperte la madre to' los días y que no te deje marcas.
-Si-dijo la gorda-, Evan, la neta dinos como le haces.
-Es algo dentro de mi- respondió Evan mientras reprimía el dolor y el gesto por apretarle los vendajes-. Hoy voy a cogerme a Fernanda.
La aludida se deshizo rápidamente de su vestuario mientras la gorda salía murmurando "siempre te la coges a ella." Mientras ella se montaba en Evan y comenzaban el rito marital, por la mente del chico vagaban ideas de abandono, dolor y venganza. El orgasmo no se hizo esperar pero no trajo consigo la satisfacción. Cada noche era lo mismo. Tras un día de arduo trabajo en las calles despojando a los transeúntes de sus posesiones y sus vidas y recibir algunas heridas de quienes intentaran defenderse, regresaba al antro mugriento donde pasaba la noche con una o más mujeres de una clase inferior y dignidad tan escasa cómo materia gris. Su vida se había vuelto una rutina. Desde que se había consumado cómo criminal buscado por la Fuerza Guardián se vio obligado a vivir oculto con los Reggaetoneros y renunciar a la idea de plantar otra bomba en una ciudad neutral. "Son utopías-decía para sí una y otra vez-el ser humano no puede vivir feliz o en paz de ninguna manera"
Apenas Fernanda abandonó el sitio, el joven tomó su reproductor musical y puso Metal para armonizar sus ideas. Al poco tiempo cayó víctima de un profundo sueño en el cual vio al causante de todos su temores. El Demonio se encontraba parado de manera desafiante ante él con sus espadas en ambas manos. De estatura similar a la suya, con la negra cabellera rebasando los hombros, complexión atlética, vestido enteramente de negro, con una sonrisa macabra que muestra dos pares de colmillos. Y ella a su lado...
Ésta visión se había repetido desde que Jessica había entrado a la Fuerzas Guardián. Nunca supo que significaban hasta que Brayant y el Conde Jejop se enfrentaron por la mano de la Duquesa de Chang. En medio de la batalla, una de las bajas fue la relación entre Evan y Jessica. Pero eso no justifica porqué Evan le tenía miedo a Él...
Pasando el medio día iba despertando el de su trance. Tomó su bolsa de cuero, se vistió salió a la herrería. El herrero se encontraba usando una grasienta playera blanca sin mangas, una bermuda ridículamente larga, llegando hasta sus tobillos, tenía al cuello una argolla con muchas imitaciones de diamante incrustados en ella, lentes de sol enormes con armazón blanco y tenis mucho más grandes de lo que su pie sería realmente.
-Mira-dijo el herrero mientra mostraba una hoja con un temple fino-, barrio, aquí 'sta tu nueva 'spada. 'Ora si 'sta bien forjada, na'más que te va a salir más cariñosita.
-¿Cuanto quieres-Dijo Evan molesto-? No tengo mucho.
-Te va a salir en cinco mil verdes-dijo maliciosamente mientras agitaba el mandoble-. 'Ora que si no la quieres no hay pedo, la bandita, seguro que la Fuerza si la v'a querer.
-Mira-le dijo mientras agitaba el saco enfrente de su interlocutor-, aquí hay ochenta mil trescientos veintitrés varos, cóbrame la espada, la armadura y tu silencio.
El reggaetonero dio un silbido mientras contaba las piezas. Evan salió del lugar y se dirigió hacia el distrito Norte de Tenochtitlan. Lo de siempre. Encontró una joven pareja de ejecutivos en un parque. Ambos eran vampiros. Luego asesinó a dos niños licántropos, no discriminó en sus víctimas del sía pero eso no eliminaba la sensación de ser observado. "Son escoria, sus vidas sólo son perturbadoras del ecosistema" pensaba mientras degollaba a un anciano. "Creo que sólo quiero que me mate"
Terminó el saqueo del día y emprendió su huida hacia "El Perreo" cuando fue abordado por una entidad que caía de un árbol. Alto, vestido de negro, con un cabello algo largo y muy seboso, rasgos deteriorados por excesos de vicios en la juventud, una sonrisa de demente... finalmente habló con una voz aguardentosa:
-¿Qué pedo, pinche Evan? ¿vas a volver con tu Daddy Yankee?
-¡Darkie-reconoció el criminal de inmediato la siniestra figura-!Admito que mi situación no es algo muy... agradable.
-Zephyr, que no somos iguales-Le corrigió el Sombrío tipo con algo de cólera-.Sé porqué te buscan, lo acabo de ver. Y te ofrezco una salida, un fin para todo, una manera de usar el poder de tu Kyüby. Sólo tienes que venir conmigo.
-'Tas pero si bien pendejo, yo no quiero nada si no la venganza...
-Tenemos un enemigo común, Evan; yo sé quien es... y te estoy reclutando para darle Caza. Además ya no tendrás que quedarte con esos sucios reggaetoneros.
-Al menos con ellos cojo todos los días.
-Tendrás a quien tu quieras de mi harem.
Evan titubeó, se dio la vuelta y asintió mientras caminaba a paso ligero, Zephyr echó a reír y lo alcanzó rodeando su hombro con su brazo. Mientras Darkie balbuceaba acerca de como utilizar su poder del Zorro de nueve colas, un sólo pensamiento se encontraba presente en la mente de Evan:
No fue mi culpa que ella se fuera, yo no la alejé de mí y ya no te tengo miedo. VOY POR TI... ¡ISAAC! |