La decadencia moral y cultural es un hecho. Hoy se le presta más atención al alcahuete o al chismoso que al artista. En la TV los "Reality" remplazan a la ficción para convertirnos en chusmas y permitirnos espiar mediante cámaras, la vida de una sarta de inútiles desconocidos, que se dedican solo a chismorrear entre ellos. Programas televisivos se esmeran en contarnos pleitos baratos entre tilingas de dudoso o nulo talento con ínfulas de estrellas, que lo único que tienen para ofrecer son curvas siliconadas y peleas de conventillo. En el fútbol profesional, vemos como un jugador corre tras el réferi para alcahuetearle que su rival lo agarro de la camiseta, olvidándose del arte del buen juego.
El alcahuete ha cobrado un papel preponderante en estos días; los hay de todo tipo. Desde los que deambulan contando intimidades de otros fulanos, hasta los que detrás de una mascara debelan maliciosamente en algún canal televisivo lo más lindo de la magia: sus secretos. Estos seres despreciables ya se manifiestan desde temprana edad. ¿Quien no ha sido victima en épocas colegiales, de la famosa frase que denuncia ante la maestra?: ¡Señorita señorita, fulanito esta molestando!
En cuanto al chisme, antes era patrimonio de las viejas con ruleros que barrían la vereda. Hoy tiene representantes en todas partes. Con tales fines en el barrio de Balbanera se instalo La Academia del Chisme. Catedráticos de todo el mundo le daban carácter cientificista a todo tipo de artilugios relacionados para estos menesteres. Entre los interesados en este curso, se veían oficinistas trepadores alcahuetes del jefe, suegras, informantes de la policía, mediáticos y conductores de programas chismosos televisivos, porteros de edificio o rubias tetonas con aires de vedette. Llegar a la Academia no era tarea fácil. La dirección del establecimiento era celosamente escondida, solo de esta forma la información cobraba carácter de confidencial y por ende su debelación era una especie de examen de ingreso para los postulantes
-se sabe que detrás de todo secreto hay muchos chismosos y alcahuetes-. Una vez ingresado, el alumno debía cursar en tres años materias como Historia Intima de los Próceres, donde se debatía si Belgrano fue gay o si San Martín cornudo. Alcahuetería I II y III era una materia filtro, cuyo examen final consistía en mandar al frente ante el profesor, en forma oral y escrita al compañero que se copiaba. En Biología se estudiaba la anatomía, medioambiente y costumbres de palomas buchonas o mensajeras, loros parlantes de intimidades y perros de policía de la División Narcóticos. La Academia también ofrecía actividades recreativas los sábados por la mañana. En vez de teatro se dictaban clases de Reality. Otras de las actividades eran competencias donde la finalidad era ser lo mas obsecuente posible de los árbitros o jurados. Las clases de canto eran un tanto intimidatorias; el profesor era un Subcomisario retirado que exigía a sus alumnos: ¡Canta o te reviento! También había clases de buceo, pero pronto se suspendieron por falta de cupo; a nadie le interesaba una actividad donde si se abre la boca uno corre serios riesgos de ahogarse.
Hoy el hablar y juzgar, con o sin argumentos de la vida del prójimo es moneda corriente. Las viejas con ruleros y escoba ya no barren las veredas porque tanta competencia las dejo sin exclusividad. En los días que corren se premia a los chismosos y alcahuetes que inexorablemente se acercan al poder, cuando antes se movían entre las sombras porque algún puño noble y justiciero les cerraba la boca.
La Academia del Chisme desapareció por falta de aspirantes. En estos asuntos los alcahuetes y chismosos se volvieron autodidactas y no necesitaron enseñanza alguna. Por otro lado me contaron (y que esto quede entre nosotros) que ante la deserción el Director se dedico a la bebida y su esposa lo dejo para irse con su mejor amigo. Yo no creo que haya sido la primera vez que lo corneo. ¡Esa mujer tenía una cara de libidinosa!