Érase una vez un lindo Jardín con bellísimas flores. Debajo de una rosa vivía una hormiguita malhumorada en su madriguera. La llamaban Chispitas por su color rojo escarlata y por su mal carácter. Chispitas no dejaba que ninguna avispa se le acercase para producir la rica miel, y eso tenía muy molestos a las otras abejitas. Un buen día Karla, la abeja más hacendosa se le acerco a Chispitas

-Déjame pasar Chispitas. Esa flor huele riquísima. Podría elaborar una miel riquísima, y además la compartiría contigo.
- No, vete. No te quiero cerca. Si te acercas te voy a picarte tan duro que lo vas a lamentar toda la semana. Además yo puedo subir hasta arriba
- No puedes ser tan egoísta. Hay que compartir el jardín con todos.
- No quiero, esta flor es mía y nada más que mía le dijo Chispitas
- si sigues así de antipática con todos nadie va querer ser tu amigo, y las abejas nos vamos a ir otra parte.
- No me importa le dijo Chispitas metiéndose debajo de la rosa
Karla se fue un poco triste volando hasta su colmena. No sabía quehacer.
En ese momento llego al Jardín un niño de 8 años, venia con un pote vacio de mayonesa. Pedrito era nada más ni nada menos que un coleccionista de hormigas. Tenía en su casa una colección de hormigas y bachacos. Ya había atrapada muchas. Cuando vio a Chispitas se le iluminaron los ojos.
-Que bella es. La voy a atrapar.
Cuando se dio cuenta Chispitas ya prácticamente estaba metido en el pote de mayonesa.
-Auxilio, auxilio gritaba la pobre.
Los coquitos la escucharon, pero la ignoraron. Sin embargo Karla la escucho sus grandes alaridos. A pesar de que estaba súper enfadada con ella, decidió rescatarla, y pico al pobre niño en el brazo. Se le formo una roncha súper grande.
- Como duele, voy a matar esa avispa.
Pero el dolor lo estaba matando, así que dejo la avispa en paz.
En ese momento Chispitas puedo escapar de su prisión. Avergonzada le pidió perdón a Karla.
- Lo siento. Gracias por salvarme. De hoy en adelante puedes venir a mi rosa todas las mañanas.

Fue así que Chispitas se dio cuenta lo importante que era compartir con todos, y lo injusta que había sido con la avispa. Y a partir de ese momento, todas las abejas, los coquitos, y sobre todo Chispitas aprendió a vivir en paz con todos