Las balas rugen por encima de mi cabeza. A lo lejos se escuchan los gritos de las milicias Irakíes, y en la radio están las órdenes del Teniente que nos incitan a avanzar. Me quedo, tengo miedo, mucho miedo...
Pete, Joey y los chicos me sacaron a bailar hoy, es una buena fiesta, estoy hasta las manos con la cerveza y ya no doy a basto de alcohol. Aquel chico Latino me mira de reojo, está muy bueno... me acerco dulcemente y con gestos melosos hago que me saque a bailar, Mierda que baila!.
En unos minutos le estoy comiendo la boca a besos y lo acaricio por todas partes. Por fin me canso y hago que me lleve a mi casa: tiene un bonito convertible. Mientras maneja noto que intenta ver al frente, aunque a veces mis piernas... Me levanto aún más la mini y acaricio distraídamente mi muslo expuesto, me divierte oirlo tragar saliva ruidosamente, creo que hasta suspiró, jeje hoy ha sido una buena noche. Mi casa finalmente, tengo ganas de irme a dormir, pero parece que él tiene otros planes. Buf! Odio a los pesados, no tardo en rociarle la cara de Spray y bajarme del auto. Mientras abro la puerta de casa puedo escuchar las quejas lastimosas del pibe. Mi cama me espera, mi dulce camita.
Fue una masacre, mi rifle con mira telescópica humea satisfecho de vidas Irakíes. Me siento segura con él. Lentamente nos asomamos a ver el campo de batalla: cadáveres sanguinolentos por doquier, y allá, en las ruinas de aquel edificio una bandera blanca. Pobres diablos, me dan pena. Nos acercamos con cautela al cúbil de las viboras. Al vernos llegar deponen enseguida las armas, son tan sólo tres niños y una mujer flaca y harapienta. No puedo evitar reírme, súbitamente me siento poderosa, muy poderosa...La mujer cae a los pies de Murfy y le suplica entre llantos "No, mister, no mister!". Cretina. Veo la sonrisa en la cara del chico de Colorado, adivino el resplandor en sus ojos verdes, sonrió de manera cómplice y pongo el dedo en el gatillo... Gané, no le di tiempo de darle a otra cosa que a la mujer, los chicos fueron para mí solita. Al teniente le comunicaremos que opusieron resistencia.
Los veo marchar por la calle, pacifistas dementes salidos de algún circo. Marchar por la paz... qué paz cuando todo un pueblo está sometido a un dictador de la talla de Hussein? Qué paz cuando se ha comprobado que posee armas de destrucción masiva? Cómo pueden hablar de paz después del 11 de Septiembre?? Locos, todos locos. La cena me supo amarga esa noche, el gusto a hiel en mi boca, no puedo quedarme sin hacer nada... me pregunto cuando nos movilizaremos para otorgarle la liberación a la gente de Irak...
Mi perro se retuerce de dolor en el piso y yo me paro altiva sobre él, me agrada verlo así, torturar Irakíes es divertido. Las cosas han sido más fáciles desde que me asignaron a la prisión. Aniston y McGregor traen una veintena más de prisioneros, ya no se saba quién es un simple guerrillero ni quién robó una manzana para comer. Pero a quién le importa? Miro al hombrecito que se retuerce bajo mi peso, ya no importa su pasado ni su vida, se ha convertido en mi juguete de la noche a la mañana y me encanta que sea así. Tiro con fuerza de su correa para apartar las reflexiones molestas de mi cabeza y éste tose secamente. Vuelvo a patearle los genitales para que caiga en cuatro patas y me siento en su espalda repleta de hematomas y marcas de mis zapatos; quiero cabalgar un rato por los pasillos.
Los muchachos ya amontonaron a los recién llegados! Yeyy!! Hora de saltar sobre ellos! Me canso de aplastarlos una y otra vez hasta que se deshace toda la pila mientras los chicos me vitorean. Por fin se los llevan a los pozos, un momento, uno se ha quedado quieto... Ups! Creo que le rompí el cráneo por pisar demasiado fuerte. Mac y Anis se encogen de hombros y lo tiran al agujero con los demás, mañana apestará a putrefacción, pero no hay ganas de explicarle al capitán lo que pasó.
Mamá y Papá me miraron con orgullo y exitación: me iba a la Guerra. Tan sencillo como eso, me iba a la Guerra, apenas cinco palabras, pero cuánto significaban! Cuánto! Papi me dio un último gran abrazo antes que abordara el Porta Aviones, el pecho se me infló de orgullo entonces. Por fin, después de meses de vigilia, por fin partíamos, nos hablabamos entusiasmados de cómo íbamos a liberar un pueblo, de cómo lucharíamos por la Paz. Ahhhhhhhh, al fin me iba a hacer algo.
Iba a salvar al mundo...
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