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Inicio / Cuenteros Locales / za-lac-fay33 / ¡Llega el circo...!!!

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Son mis primeros recuerdos, de modo que debo de habere tenido algo así como cuatro o cinco años. Mi padre llegó anunciando a la hora del almuerzo que había llegado el Circo Díaz al pueblo.
-¡Que bueno! dijo mi mamá y dirijiéndose a mi agregó -Vas a gozar de la banda y también de los payasos.
Mientras tanto yo pensaba -Circo, banda y payasos ¿De qué habla la gente grande?-

En la tarde, a éso de las cuatro, puso una silla en la acera pues era ya la hora cercana del tradicional desfile del circo. Esto sucedía en Santa Ana, El Salvador. Ya había gente en las calles y los cipotes (niños) retozaban. Oí música y corrí a sentarme en el adén, al lado de los pies de mi madre que estaba rodeada de gente ansiosa por el desfile.
-!Mira, ya viene la banda! me anunció con entusiasmo y ya la banda desfilaba pasando frente a nosotros ¡Que alegría!: dos trompetas, un saxofón. un tambor chiquito y otro grande que le colgaba a un hombre sobre el pecho. Todos en el uniforme del circo. ¡Que bonito que era todo aquello! y la música de lo más sonora tocando marchas.
Yo observé al hombre que llevaba el tamborón por delante y le comenté a mi madre:
-Mama, mira al hombre del tamborón te imaginas, cada vez que le da un golpe, ¿cómo se le hará la paloma?-
Hubo una explosión de risa, mi joven madre algo sonrojada me sentó en su regazo, quizás para que mis comentarios solo los oyera ella.
Más abajo de la calle, vi que venían dos hrmosos caballos negros.
-Mira, mira los payasos- me indicó mi mamá y para mi gran sorpresa en ese momento apareció frente a mi cara una nariz en forma de una pelota roja, sobre una enorme boca de rojos labios que parecía una hamaca colgada de las orejas, pelo amarillo parado, ojeras moradas, cachetes azules y una enorme corbata que le llegaba hasta los descomunales zapatos y en ese preciso instante dos manos enguantadas en blanco se estiraron hacia mi y me hicieron cosquillas en la barriga mientras la boca repetía 'cuchi-cuchi, cuchi-cuchi!

Yo pegué un alarido, salté de las piernas de mi madre y metiéndome en la casa, me escondí bajo una mesa. Mi made entró llena de risa y guiándose por mis chillidos llegó hasta yo lloraba.
-¿Que te pasa, hijito, te asustaron los payasos?-
-No mama, es que al meterme aquí di un cabezaso contra la mesa y mira, ya se me está haceindo un chindondo.
Mi madre me levantó, localizó el chichón he hizo la mágica curación para los niños de Centroamérica, después de darme un besito sobre el chichón mientras lo sobaba decía:

Sana, sana culito de rana
siete peditos pa vos y tu nana
si no sana hoy,
te sanará mañana
o cuando le ronque la gana.

Por suepuesto me sentí 'más mejor'.

El sábado por la tarde, llegó la esperada función.
El circo resultó ser una gran tienda blanca de lona en el solar vacío de la familia Barrientos. Mi hermano Oli y yo recibimos sendos dulces de algodón rosado y azul. Nos sentamos en las tablas que hacían de asientos del circo. Vimos los malabaristas, las caballistas paradas en los caballos, a una señorita a la que un hombre le tiraba cuchillos y en merito enfrente de nosotros se apareció la Tilita Diaz, hija del dueño del circo.
Parada en una gran pelota la empujaba poquito a poquito sobre una tabla ¡Para arriba! ¿Como no se caía? Vestida con una faldita hecha de listones de colores que le colgaban y cada vez que se movía...yo me volteé ha cia mi hermano, me tapé la boca para que mi mamá no me viera y le dije en screto "¡Se le ven todas las canillas y hasta los calzones blancos!" Aquello era increíble, mi hermano no dijo nada y no le desprendía los ojos.
Tendría como quince años la Tilita, morenita y enseñándolo todo. Luego las trapecistas y...al salir un viejo gritaba "¡Hojuelas, hojuelas para chicos y abuelas!" y con un periódico enrollado espantaba moscas y avispas. Sabrosas las hojuelas con miel de abejas.

El domingo se celebraba el cumpleaños de no se quien en mi casa, comimos pastel y helados de chocolate y vainilla, sorbete de tamarindo, barquillos.
Después de que abrieran los regalos, estaban todos en la sala y cuando pasé entre ellos mi tío me jaló y me preguntó con aquel vozarrón suyo, sentandome sobre sus piernas.
-Dicen que ayer fuiste al circo ¿Te gustó?-
-Si-
¿Y que fué lo que más te gusto, los trapecistas, el domador de leones, los malabaristas, las caballistas.
que fue lo que más te gustó?-

-Pues a mi, las mujeres desnudas.-

Cuando se calmó la risa mi tío declaró que yo ya me 'perfilaba'.

Pronto me jubilaré y en casi todas las reuniones de familia, mi hermano saca a relucir, mi primer día de circo.

Texto agregado el 18-02-2010, y leído por 656 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
10-01-2013 *********** avefenixazul
03-07-2010 Me he reido muchisimo,es muy divertido, ya se veia que desde chiquito te iban a gustar mas las mujeres que comer con los dedos.besitoss ALMAGUERRERA1
24-02-2010 muy lindo cuento! mis***** lea_96
21-02-2010 Eres un jubilado que de niño ya le gustaban cosas de mayores. !Qué buen gusto!. Espero que sólo sea un cuento y solo eso. Leí tu cuento sin parar y el resultado fué una sensación agradable por traer a flote recuerdos tiernos. inkaswork
20-02-2010 Que gran relato Rafael!!! Trajiste recuerdos a mi mente...Felicidades. Un abrazo CARLOSALFONSO
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