Caminaba sin levantar la mirada, iba pensando en algo, supongo yo que importante, porque no percibía más que mis pasos, el latido de mi corazón, y el pensamiento en mi cabeza; todo quedo de lado ,el ruido, el humo, los autos… incluso esas personas pesadas que al pasar, siempre insisten en hacerte sonrojar con frases tontas.
Seguía sumergida en mis pensamientos, sentada ya en aquel lugar a medio lago, esperando el alimento que mi estomago exigía; sucedió entonces, sentí unos leves colmillos en el cuello, no pude más que someterme a aquel placer, que sólo un ser muy especial puede otorgar; cuando desvié la mirada y lo vi: era un mosquito, un mosquito más, de los tantos que me acompañaban en ese lugar.
En este instante ese insecto todavía ha de estar riendo de mí, si es que la lluvia de la noche no acabo con su existencia... |