“… Ring ring!
…
Ring ring ring!!
-Mamá el teléfono!
El teléfono seguía sonando con exasperación.
Daniel indignado, empapado por el sueño, luchando contra las consecuencias oníricas de trasnoche, posó su mirada en el reloj que estaba programado para manifestarse diariamente a las 7am; marcaba las 11:36am!
Con los ojos pesados, comenzó su travesía por las escaleras que conducían a la sala central.
-Aló? Aló?
Un ensordecedor sonido proveniente del otro lado del auricular detonó una escalofriante sensación que navegó lentamente por el cansado cuerpo de Daniel. Sin acto consciente, su mano depositó el auricular y permaneció en silencio durante unos minutos.
Al volver en sí, comenzó desesperadamente la búsqueda de su familia por toda la casa. Daniel notó que de alguna forma, su hogar yacía completamente vacío y con una frialdad poco común.
Su atormentada búsqueda desembocó en la cocina. Daniel se percató que había un café servido. Lo más extraño es que aún estaba caliente.
-Mamá! … Billy! … ¿Papá? ¿Dónde están?
Por su mente recorrió una frase: “¿Acaso se trata de una broma?”- pero se esfumó en 3 segundos.
Volvió a pasar por la sala de estar aún gritando sin hallar respuesta. Una horripilante sensación de ser observado invadió su cuerpo. De pronto, una enceguecedora luz verdosa emanaba de los ventanales de la casa. Una muralla completa se fragmentó en millones de pedazos como gravillas sin emitir sonido alguno. Daniel sintió que el mundo se detuvo. La luz verdosa aumentó su ímpetu y tornó raudamente blanquinegra la casa completa. Daniel solo cubrió su rostro con su antebrazo.
Una sombra antropomorfa se contrapuso a la luz y comenzó a acercarse pero en ese mismo instante el resplandor cegó a Daniel y un estrépito sonido provocó que se lanzara al suelo…
En unos segundos se encontraba sentado tomando desayuno con su familia. Todos sonreían pero nadie decía absolutamente nada. Daniel observaba atónito y desconcertado.
- ¿Qué ocurrió? ¿Por qué nadie habla? ¿Estoy en casa?- Preguntas como éstas vagaron sin respuesta por su cabeza por mucho mucho tiempo…

“Querido hijo, hoy se cumplen 15 años desde que encontramos tu camioneta en la carretera, ¿Dónde fuiste? ¿Por qué te marchaste? Aún te tengo en mi corazón…”

La madre de Daniel observaba todas las noches las estrellas después de escribir en su diario como si su hijo pudiera leer desde algún lejano lugar…”