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La mina de oro (continuación)
Seguramente la guarida de un león o puma.
Por suerte no nos encontramos con él o con ella. ¡No sabemos!.....
También en otra oportunidad, uno del grupo se resbaló en una bajada entre matorrales, destapando un manantial natural que salía de la montaña.
Nos sirvió para recuperar las reservas de agua que ya se nos estaban agotando.
Fueron muchas las horas de todos los hombres para llegar e este momento.
Al fin llegamos al lugar, que era exactamente como nos habían contado.
Un gran hoyo de aproximadamente 15 metros de diámetro que, una vez que descendía suavemente unos pocos metros se hacia más angosto hasta culminar con una entrada entre las rocas en la cual apenas cabía un hombre.
Los más fornidos no cabían por ese hoyo.
Nos organizamos para bajar en grupos de dos personas y por no más de 20 minutos, dado que no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar....
Bajábamos con los pies hacia abajo, afirmándonos en las rocas, y nos teníamos que deslizar haciendo movimientos con el cuerpo para descender.
Nunca se nos pasó por la mente qué habría pasado si hubiera ocurrido un temblor o un terremoto!
¡Al moverse las rocas podríamos haber quedado sepultados vivos!
Llevábamos cascos, luces, cuerdas, palas pequeñas para excavar e íbamos llenando unos baldes con la tierra que se había acumulado con el tiempo y que impedía el paso.
El avance no podía ser más lento.
Pusimos un generador eléctrico afuera y con eso manteníamos la iluminación dentro del respiradero de la mina.
Teníamos un compresor de aire con el cual echábamos aire a los que estaban trabajando abajo.
¡También teníamos instalado un sistema de comunicaciones para hablarnos!
Así pasaba el tiempo y trabajábamos en primavera y verano fuera de las horas de trabajo de la compañía, y una vez por semana así que el avance no era mucho.
Mientras tanto otros grupos seguían buscando la puerta de la mina, que en su interior inmediato contenía esa gran bodega de cal y ladrillo, llena de oro acumulado por los Jesuitas y que posteriormente la puerta de la mina había sido tapiada y luego derrumbada para que nadie pudiese encontrarla. Quizás con los trabajadores indios muertos adentro de la mina, para que no relatasen nada.
Era el oro que no pudieron llevarse los Jesuitas cuando fueron expulsados del país.
El problema para encontrar la puerta de la mina era que en siglos todo el terreno había cambiado, y no teníamos mas información.
El entusiasmo no decaía y las tertulias que organizábamos todas eran sobre los avances que teníamos y sobre nuevas ideas para encontrar la puerta de la mina. ¡qué aventura!
Incluso llegamos a sobrevolar el área para visualizar desde el aire, algún accidente del terreno que nos permitiera inferir algo.
¡Pero nada!.....
Tursol
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Texto agregado el 17-02-2010, y leído por 182
visitantes. (11 votos)
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Lectores Opinan |
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10-03-2010 |
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Bien, bien, bien, seguiré... Jazzista |
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23-02-2010 |
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No puedo esperar...+++++++++ shosha |
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22-02-2010 |
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Que organización tan equipada, acá vengo, entrando también a la Mina. medixi |
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18-02-2010 |
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¿Entonces??? Ta, tan, ta, tan!!!***** MujerDiosa |
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17-02-2010 |
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Empecé aquí, creo que llegué en buen momento... ¿ Habrá oro? girouette |
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