¡Ríete... Es necesario!


Aborrezco, detesto... Los dimes y diretes... Los chismes, trolas y cuentos...
Y si con ellos ofendo lo más mínimo, o no me gustan pasan a ser lo que más aborrezco...

Lo que te voy a contar me lo dijo mi amigo el peluquero...
Donde allí te pones al día con tantas revistas... Te enteras de gente importante, artistas, futbolistas, folclóricas y como no de toreros...

Esperando el turno para el corte de pelo... Desde la ventana...
Veo... ¡Me da un poco de miedo...! No lo esperaba... El paso de un entierro...
Vi dos coches fúnebres... Uno detrás de otros... Cada uno llevaba a su muerto...
Detrás de los féretros...
Un Señor sólo vestido completamente de negro
Traje, zapatos, corbata, sombrero...
En el brazo izquierdo llevaba un bastón
Y del derecho, cogido por una correa, un hermoso, chato perro, también era negro...

Detrás... Una fila... De uno en uno, uno detrás de otro...
Llegué a contar más de doscientos

En la peluquería, un tanto asustados y un tanto sorprendidos...
Salí... Me acerqué al Señor vestido de negro...
¿Quiénes son los que van en el féretro?
Mi esposa querida y no olvidada
Y mi triste y recordada suegra...
Le acompaño en el sentimiento... Gracias, dijo el viudo y el yerno.

¿Sabe usted...? Discutiendo con mi esposa, el perro viendo la escena... Se lanzó y la mató...
Le acompaño en el sentimiento...
Al ver mi suegra la escena, quiso defender a su hija...
Viendo el perro su intención... Se lanzó sobre ella y también la mató...
¡Qué muertes...! Le acompaño en el sentimiento...

Oiga buen hombre, le compro ese perro...
Póngase a la cola... Que hay más de doscientos que han preguntado lo mismo... Que si vendo éste perro...
He decidido regalarlo... A través de un sorteo... Solamente podrán participar los que sean maridos o yernos... O casados viviendo con su suegra...

Yo no acostumbro mucho a rezar, pero viendo y oyendo aquella escena, vi una iglesia y entré a rezar por los finados, por los muertos...

Estando rezando... Oigo la voz de un niño...
Con una canastilla llena de huevos
Con voz fuerte decía: ¡Vendo huevos, vendo huevo!
Observando indignado, el cura dice:
¡Saquen al niño de los huevos!
El niño responde: ¡De los huevos no, Señor cura, de la manita!

-¿Te has reído... Te ha gustado?
-¡Mucho!
-Me alegro
- Poco
- Lo siento
- ¿Por qué no hacemos un club de risa y sonrisas...?



- Salamanca a 12 de Febrero del 2010
• Firmado: Julián López Santolino