Escribí: ni el viento frío del mar conmueve tanto como el deseo de mirar tus ojos negros después de un beso. Me dijiste: que hermoso poema. Pero lo que en realidad quería era nalguear tu culo grande como un melón y ver bambolear tus tetitas encima mío. Mientras vos suspirabas la chica de ojos negros no me paso ni la hora.
Texto agregado el 16-02-2010, y leído por 141 visitantes. (1 voto)