El manto blanco cubría el pastito de esa mañana, mañana de vainilla habrían dicho los catadores de yogurth. Y es que no cabía ni un sólo centavo de azúcar en tanto dulce, que del cielo empapado había sido arrojado. Las montañas parecían ser sombra recortada con tijeras (zig zag), así las veía yo, y me devolvía la risa, aunque esos bordes eran peligrosos, peligrosos para el caminante recortante, hermano de zig, hermano de zag, eso me devolvía el miedo. De todas formas ese día tomé mi hacha, y talé mi árbol preferido, el de los cereales para vainilla, ese que mi abuelo algún día plantó sin querer, en el espacio que teníamos para la piscina, ese día nos quedamos sin piscina, pero hoy tenemos desayuno para el desayuno, el almuerzo, el refrigerio, la cena, el refrigerio nocturno, el pre-desayuno y el segundo almuerzo/comida. |