Inicio / Cuenteros Locales / Christian_Carter / El ascensor del cerro Artillería.
Eran las siete de la mañana y Don Jeremías recordaba el viejo proverbio que decía que al comprar una casa, había que pensar en el vecino que uno adquiría con ella. El frío porteño le aserraba los huesos e incrementaba su amargura diaria. Su semblante anciano estaba contraído por la molestia y su ceño estaba convertido en un nudo. A unos metros de él, se encontraba Don Valentín, con su rostro sexagenario visiblemente perturbado e intentando evitar completamente la presencia del otro ser humano a su alrededor. Ambos esperaban el ascensor como lo habían hecho desde hace veinte años, sin embargo, era primera vez que se topaban al mismo horario. Ambos viejos enemigos. Vecinos del pasaje hace veinte años y jamás se habían tolerado. La raíz de sus problemas era un frondoso árbol del patio de Valentín cuyas ramas tapaban la vista al mar de la casa de Jeremías. Pese a que éste último había exigido en varias oportunidades que el árbol fuese podado, Valentín siempre hacía caso omiso. Aquella apatía había derivado en numerosos episodios de disputas y malos tratos de ambas partes.
Subieron con la peor disposición al ascensor. Sin ganas de compartir el mismo aire por mucho tiempo, se dispusieron en las esquinas más distantes del ascensor y perdieron la mirada por las ventanas. Pero eran incapaces de ignorar la presencia del otro. Rechinaban los dientes, y uno que otro refunfuño escapaba de los añosos labios, mas en ese instante hubo un quiebre. Con un chirrido y un movimiento brusco el ascensor se detuvo a medio camino. Ninguno podía creerlo, pero Jeremías aún menos. ¡Carajo!, se escuchó. Aquel malhumor hizo que las enfermedades de la edad lo asaltaran. Un vahído lo llevó al piso. Sin embargo, unas manos lo sostuvieron y le pusieron un comprimido bajo la lengua. Era Valentín, queriendo podar el árbol. |
Texto agregado el 14-02-2010, y leído por 78
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Lectores Opinan |
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14-02-2010 |
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nunca es tarde para ponerse en buena con el vecino, la frase final es el gancho de la metáfora. El Artillería es el que da al Paseo 21 de mayo cierto? Lo confundo con el villaseca, que hace tiempo no lo veo funcionar. Esos viejos deberían amistarse pensando que viven metidos entre la poesía del puerto. quilapan |
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