Los escalones rojos, lascivos e inexistentes, resguardan entre paredes y fotografias el reflejo idiota que salio de mis seis manos. Los corazones frágiles que laten complejos me dan tanta risa, son como billetes en el suelo.
"Conoci a alguien..."
Odio este amor por la curiosidad y el individualismo, me hace mear sobre las cosas que importan solo para verlas gotear. No puedo evitar sonreir a las ironias, como apagar la colilla a un lado del cenicero. Necesito esto, vivo de esto, me mantiene cuerdo.
"... te lo juro, no habia conocido a nadie como ella, algo tiene que la hace especial..."
Explícame por que. Aqui estas con tus ojos cerrados equivocandote, otro error a la lista. A mi no me importa -al menos eso me digo a mi mismo-, ahi es donde tropezaste. Dices lo mismo, dices tener alas, pero aprietas la quijada y te tiembla un labio ver a dos personas tomadas de la mano. No hemos hecho paces con la soledad. El tren en el que vamos lleva pasajeros grises, entumecidos de la vida, necesitan equivocarse para despertar, pero son esos mismos errores los que los han hecho monocromáticos. Somos adictos de compañia.
"...quiero que la conozcas."
Otro recuerdo al armario. Un un acorde mas en una canción (una que ni siqiera me gusta escuchar). Una fumada solo para no perder el recuerdo. Quiero un cigarrillo...
La alejo y saco un cigarro de mi bolsillo. Me siento sobre uno de los escalones y dejo el humo correr, mi vista permanece en la cerámica rústica sobre la que estoy sentado. Se acomoda el pelo y la falda, pone un pie enfrente lentamente hasta estar frente a mi, lo se por sus tacones rojos frente mis converse. Subo la mirada buscando sus ojos. Casi puedo leer sus pensamientos, pero prefiero no hacerlo.
No eres tu, no eres lo que busco. No eres la persona que pudiera tener en mis brazos, verla a los ojos y decirle esas dos palabras que no estoy seguro de poder volver a decirlas. Mis brazos son rentados, solo por hoy. Soy tu cuarto de hotel, no tu hogar. No me gustan los hoteles.
A un lado de tu falda lo veo a el. Viéndonos. No es su culpa, ni de nadie, ni siquiera tuya ni mia. Es este pinche cinismo. Me tiro de precipicios pensando que tal vez, tal vez, haya colchones y malvaviscos al final...
Al final de los precipicios hay rocas, o bosqes.
- Ya la concí wey, tienes una novia muy linda... |