Pezón de fresa, lengua de caramelo,
corazón de bromuro,
supervedette, puta de lujo, modelo,
estrella de culebrón,
había futuro, en las pupilas hambrientas
de los hombre maduros,
enamorarse, un poco más de la cuenta,
era una mala inversión
Joaquín Sabina
Barbie superstar

Rosa siempre renegó de su espíritu federal. Su madre así como la parió le dio todos los gustos, incluso fue por ella que se separó de su amor intelectual. Dejó a su marido y se mudó con sus hijos a una ciudad más acorde a las expectatidas de su hija preferida.
Ya en Rosario la nena toma clases de actuación junto a su hermana “la sustituta”, como la llamaba su madre. Siempre quedó claro que Goldie era el repuesto de Rosa, por si necesitara un órgano o que la reemplace en alguna escena riesgosa de la vida. Rosa rebosa felicidad en esos años dorados, aunque claro que se preocupó de ocultar la prostitución de su madre por las calles rosarinas, actividad que daba el pan en la mesa y pagaba los vestidos.
A Rosa nunca le alcanzó Santa Fé, ni su capital, ni Rosario ni el inmundo pueblo donde nació y una vez más convence a su madre de mudarse, esta vez a la Paris de América: Buenos Aires. La ciudad donde todo es luz, los teatros y cines desbordan de gente y el glamour se nota en las calles. La madre de Rosa pudo mantener a sus hijos incluso mejor que antes, ya que de Paternal al cementerio de la Chacarita hay un solo colectivo, y la oferta de prostitución es mucho mejor que la de Rosario.
Rosa siente que toca el cielo cuando conoce al amor de su vida, descendiente de franceses como corresponde, y arma su casamiento de fábula. Toda la prensa del corazón hizo horas extras para cubrir el acontecimiento del año. La actriz está extasiada, su marido es un excelente director del momento, ella está en su apogeo y Goldie sigue allí, esperando en las sombras por si su hermana precisa su actuación en algún momento.
Con la fórmula del éxito en el bolsillo Rosa se ocupa que su familia no perturbe su nueva vida de diva y le pide a su madre que se jubile de su profesión, la acomoda dentro de un geriátrico modelo donde la anciana puede disfrutar de los últimos años de su vida, contenta porque su hija logra realizar sus sueños de estrella. Pronto Rosa queda embarazada del primer niño y se niega rotundamente a practicarse una cesárea al enterarse que la criatura iba a venir entreverado. Logra verle la cara al bebé antes de fallecer por el esfuerzo de alumbrar de nalgas, y sin enterarse del sexo de la criatura se desvance para no abrir más los ojos.
Goldie finalmente tiene su oportunidad única, su objetivo en esta vida se ve cumplido. Abandona el papel de extra para tomar el protagónico. Se encarga de las películas y de la familia con una dedicación, esfuerzo y tenacidad como jamás se percibió en Rosa. Goldie se hace llamar “Chiquita” de ahora en más.